Capítulo 3

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Ada.

Las imágenes de hace una hora se repetían en mi mente constantemente. No soy alguien que llora con facilidad o frente a muchas personas, y había demostrado justamente lo contrario.

Tal vez era necesario visitar a un psicólogo, pero vamos, ¿qué podría decirme que no sepa ya?

Estaba molesta con Homer. Sé que no sabía de mi claustrofobia, y en verdad se veía arrepentido cuando me vió en ese estado. Pero existe un límite. Y para jugarle una broma a alguien, tienes que asegurarte de conocer bien a esa persona, incluso para hacer algo inofensivo.

En fin, llegué a casa después del incidente y me acosté en el sofá a leer un poco. Mis padres llegarían en eso de las 7, así que no tenía apuro alguno.

Abrí el libro que tenía en mis manos y analicé cada palabra con delicadeza.

"El amor es la escencia del alma en si, nos vuelve ciegos, locos, apasionados y a veces incoherentes.
Cuando llega a tu vida transforma tus defectos en lo que te hace única. Cuando marchita, se lleva un pedazo de ti. Cuando perdura, lo guardas como el mayor secreto. El amor no se marcha, no obliga y no ostiga. Llega a tu vida cuando dejas de buscarlo, no es quien esperas, es el aquel que el corazón decide. No es obligado a amar, no puede forzarse a querer. El amor es eso, no importa cuán distinta sea la persona que deseas, si es amor, morirá con sus almas, no con sus diferencias."

Creo que deberían darme un premio por leer tantos versos de amor diarios y nunca haberlo experimentado.

La imagen de Homer se me vino a la cabeza. ¿Estará enamorado?
Ja.
Buen chiste. Se necesitaría ser lo suficientemente idiota como para enamorarse de alguien como él.
Podrá ser inteligente, guapo, alto, y con ojos que vuelven loca a cualquiera, pero si hablamos de carácter...

Podría sonar muy única al decir que los libros eran mis amigos favoritos, no es que tuviera un amigo de verdad, pero creo que ellos me darán los consejos necesarios que muchas personas buscan en otra. ¿O me equivoco? Como dijo John Green... "Los libros son el no va más de los dejados. Los dejas y te esperan toda la vida; les prestas atención y siempre te corresponden."

Homer.

Tenía curiosidad, y no iba a negarlo. Ada empezó a parecerme muy interesante desde las últimas tres horas. Escondía algo, algo que yo quería saber. Admito que fue un error haberla encerrado. Pero tiene una historia que contar y yo quiero escucharla. Es por eso que necesitaba saber más acerca de aquella molesta chica.

—Mase — llamé a mi mejor amigo que dormía plácidamente sobre mi cama. Giró sobre sí mismo ignorándome. —Mason — repetí con molestia desde mi escritorio.

—Mmmm — dijo aún sin mirarme. Suspirando me levanté agarrando un lápiz y se lo aventé justo en la cabeza. — ¡¿Pero qué te pasa?! Pudiste sacarme un ojo! — gritó el muy exagerado sentándose en el colchón.

—Necesito tu ayuda — me senté al frente de él en una silla y empecé a narrar lo que sucedió hoy.

—Vaya — dijo tocándose la barbilla mientras pensaba — eres más idiota de lo que pensaba.

—Ya lo sé, ya lo sé, pero no sabía que tenía claustrofobia! — me defendí.

—Da igual, hombre. No entiendo a qué quieres llegar con contarme todo esto.

—Quiero que me digas todo lo que sabes acerca de Ada Nichols y su manera de ser. — dije convencido mientras él me daba una sonrisa cómplice. Mase era uno de esos cerebritos que investigan al resto de personas. Era algo así como su talento oculto, pues pocos sabían sobre esto.

A falta de amorWhere stories live. Discover now