Capítulo 5

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Homer.

Estaba esperando a Ada afuera del colegio. El plan era este: la llevaba en mi auto, les explicaba a sus padres la razón de su moretón, les agradaba, y luego me iba con dos amigos más.

Sonaba perfecto en mi cabeza. Pero el mayor problema aquí, es que no podía llegar a decirles "una chica que está obsesionada conmigo, golpeó a su hija porque nos vió almorzar juntos mientras ella vomitaba en mis zapatos".
No.
Iba a seguir pensando posibles ideas para su golpe, cuando ví que Ada venía en mi dirección.

—De acuerdo, sube al auto, bonita — dije con una sonrisa. Me encantaba hacerla enojar.

—No me digas así, ¿sabes que te odio? — asentí con una sonrisa mientras me ponía el cinturón de seguridad.

—Ahora, ¿Por dónde conduzco? Serás mi guía por hoy — me señaló las calles y avenidas que tenía que tomar, y dentro de unos cuantos minutos ya estábamos en su casa.

—De acuerdo, gracias por traerme — dijo bajando del auto.

—¡Espera! — le grité mientras la alcanzaba — vine aquí para explicarles a tus padres la razón de tu golpe y evitar que te regañen. — sus ojos adquirieron un brillo especial que supuse era bueno.

—Gracias, pero ellos no llegan hasta las siete hoy. — miré el reloj y eran las tres de la tarde. No faltaba mucho....bueno, en realidad faltaba bastante, peero quedarme aquí me convenía.

—Bueno, esperaré — me senté en uno de los sillones y ella se quedó parada mientras me observaba. Que rara — ¿No vas a sentarte conmigo? Digo, ya sé que soy guapo, pero no tienes que mirarme todo el tiempo. Ten un poco de respeto en tu casa, Ada Nichols — puso los ojos en blanco y me lanzó su mochila con fuerza. Hice una mueca de dolor falsa y sonreí al ver su cara de preocupación.

—Lo siento — mencionó. Reí un poco — No, no lo siento, te lo mereces por bruto.

—Estás loca — el silencio se hizo presente después de mi último comentario. Ambos mirábamos a la pared hasta que decidí hablar.

—¿Quieres que les diga la verdad a tus padres? — la vi negar con la cabeza varias veces.

—Ni en broma, armarían un escándalo — asentí pensando en las consecuencias.

—¿Qué les digo?

—No lo sé, tú fuiste el de la idea de venir conmigo — que estúpida idea, Homer.

—Podría decirles que te golpeaste con una puerta — ella era torpe, sonaba creíble.

—No, no soy torpe, Homer, no suena creíble — ¿lo dije en voz alta? ¿O pensó lo mismo? — Homer, estás hablando en voz alta, no seas idiota — ya entendí.

—¿Y si les decimos que te golpearon con una pelota de tenis? Ya sabes, que pasabas por ahí y apuntaron mal — eso sonaba mejor en mi opinión.

—Me gusta la idea. Bien, puedes irte — tenía que encontrar más tiempo para pasar con ella, recién había llegado y ya me estaba sacando de su casa.

—No, les diré que yo lancé la pelota — siempre buscando problemas.

—¡¿Estás loco?! Van a matarte — susurró como si alguien más estuviera con nosotros.

—Esto fue mi culpa, así que estaría diciendo parte verdad, parte mentira. — sólo cállate, Homer, cállate.

—No tienes que hacer esto — exacto, no tengo que hacerlo, soy impulsivo.

—Pero quiero hacerlo, así que vamos, hasta que lleguen tus padres hagamos algo divertido, ¿tienes juegos? — ella asintió y se agachó para tomar algo de un cajón que quedaba casi en el suelo.
Bien, podríamos jugar algunos videojuegos para matar el rato.

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora