Capítulo 29

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Homer.

Meses después...

Había pasado los últimos días encerrado en mi cuarto leyendo.
Aplicaba lo que le había dicho a Ada hace meses cuando empezaba a conocerla: "A falta de amor, lee un libro."
Era algo así como lo único que podía mantenerme en la tierra en estos momentos, se sentía bien perderse en otras historias y olvidar la mía por algunas horas.

Llevaba catorce días y cinco horas sin recibir respuestas por parte de Ada, a excepción de un "No tienes que hacer esto" que me envió por mensaje minutos después de recibir un libro de mi parte.
No me había rendido, era la promesa que me había hecho a mí mismo.

Ayer pude verla, fue el día en que se realizó la audiencia en donde Dylan White, con 18 años de edad, fue acusado de la muerte de Mason Jones, siendo merecido a 21 años de prisión, sin derecho a libertad condicional.

Para muchos de nosotros no fue suficiente, sin embargo, cuando la condena fue dada, no pudimos hacer nada más.

Estuve a lado de Ada en todo momento tratando de darle un poco de mi fuerza; sentía que iba a derrumbarse en cualquier momento y tenía miedo de que no pudiera sostenerla.
Pero el tiempo pasó y ella no mostró debilidad alguna, y esa era una de las tantas razones por las cuales la amaba.

***

Hoy era el tan esperado baile de graduación, estaba angustiado porque no sabía con exactitud si Ada iba a ir al baile.
La escuché hablar con una de sus compañeras de clase de inglés y tenía entendido de que su madre la estaba obligando a ir, no me metí a preguntar por detalles, pero como si fuera un loco acosador, me vestí con traje y esperé a la hora del baile.

Cuando llegué al colegio, me fijé en la decoración. Habían luces azules y rosadas por todos lados, una mesa con jugo de frutas y alguna snacks para comer.
Un cartel adornaba la puerta principal que decía "felicitaciones" junto a muchos globos. Era el clásico baile de las películas americanas.

Busqué a Ada con la mirada pero no podía encontrarla, supongo que vendría más tarde, pues yo había llegado demasiado temprano.

Después de mirar durante media hora a la puerta, mis ojos pudieron verla.

Ada se veía hermosa esta noche. Usaba un vestido largo color azul, y su cabello caía como una cascada por detrás de sus hombros.
Llegaba junto a la chica con la que había hablado, y eso estaba bien para mi, me alegraba que tuviera amigas.

La miré por lo que serían veinte minutos y cuando vi que estaba sola, decidí acercarme.

—Ho-Hola — dije cuando me senté a su lado. Me sentí un estúpido por tartamudear.

—Hola, Homer — dijo un poco incómoda.

—Es bueno que hayas venido — mencioné por lo alto de la música. Ella asintió y nos quedamos en silencio.

No podía seguir con esto.

Tomé su mano, ignoré sus protestas, y la llevé hacia afuera.

—¡Te he dicho que me sueltes! — no estaba apretando duro, nunca le haría daño físicamente, pero la extrañaba muchísimo.

—Déjame hablar contigo — tragó duro y le rogué con la mirada.

—Creo que ya te expliqué que no puede haber nada entre nosotros, Homer — sentí mi corazón quebrarse un poco más y solté un suspiro doloroso.

—No puedo vivir sin ti — me di cuenta que sonaba un poco psicópata y lo corregí — me refiero a que eres el aire que respiro y la razón de mi insomnio — vi que sus ojos se llenaban de lágrimas y habló.

A falta de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora