Capítulo 22: Rechazo

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Después que mi madre abrió la puerta dejé las maletas en el suelo.

Tomé aire mientras ella me abrazaba con fuerza. Sus brazos me hamacaban alrededor del cuello y su cara estaba tan pegada a la mía que sentía que no podía respirar.

—¿Mamá?

—Hum

—No puedo respirar.

Enseguida se apartó de mí.

—Lo lamento, es que te extrañaba tanto.

—Yo también mamá.

Ella sonrió.

—En la cocina te tengo una sorpresa —Dijo señalándome la puerta vaivén que separaba la cocina del comedor.

—Mamá, no estoy para sorpresas, ¿No te das cuenta?

—¡He, yo no soy una sorpresa común!

Sonreí al verla.

Mi mejor amiga venía caminando hacia mí.

—¡Amanda! —Exclamé. Al verla sentí unas ganas inmensas de sonreír, pero también de llorar. La abracé profundamente.

—Traeré algo para tomar —Dijo mi madre y entró en la cocina.

—Gracias Amanda, no tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por mí.

—No tienes nada qué agradecer. Será un honor trabajar con mi mejor amiga en el Bar de mi padre. Sé que no era lo que tú querías pero...

—Lo único que quiero es estar cerca de Ray, ayudarlo a recuperar la memoria, y si me quedaba en la ciudad no iba a poder hacerlo.

Amanda asintió suavemente con la cabeza.

—Lo sé.

Mi madre salió con una bandeja de galletas recién horneadas y una jarra de té caliente.

Luego trajo las tazas.

—Gracias —Dijimos con Amanda al tiempo que nos echaba el té hirviendo en la taza.

—He hecho las galletas con chispas de chocolate que tanto te gustan.

—Se ven deliciosas mamá, gracias.

Ella me sonrió y luego subió con mi maleta hasta mi habitación.

—¿Hoy piensas ir a visitarlo? —Me preguntó Amanda llevándose la tasa a los labios.

Me rasqué el brazo.

—No lo sé. Tengo miedo.

Amanda apartó la taza de los labios y tragó rápidamente.

—¿De qué? —Inquirió un poco atragantada.

—De qué no quiera verme.

—No pienses así, Ray te ama, sólo que necesita un pequeño empujoncito para que lo recuerde.

—Estoy de acuerdo —Opinó mi madre mientras bajaba las escaleras.

Me quedé en silencio un momento.

—Al menos, lo voy a intentar.



—¿Y cuándo empiezas a trabajar? — Preguntó mi padre durante el almuerzo.

—Esta misma noche.

—¿Estás segura de lo que hiciste? —Preguntó Eric—Entiendo que quieras estar con Ray, pero no sé... abandonar tus estudios me parece que no está bien.

El día que me OvidasteWhere stories live. Discover now