Capítulo 7: Noche en New York

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  • İtfaf edildi Abigailahumada
                                    

*El de la foto multimedia es Austin*





—¿Estás lista?

Ray encendió el auto y aceleró, haciendo que el auto coleara en la calle nevada.

—¡Más despacio! —Dije asiéndome fuerte del asiento.

—Si no acelero, nos quedamos atascados aquí toda la noche. ¿Eso quieres?

Negué con la cabeza.

Estaba nevando, y la nieve caía lenta y suave por toda la ciudad. Había nieve suelta por todo el camino, y la visibilidad era exigua, lo que empezó a preocuparme.

—¿Estás seguro que deberíamos seguir? ¿No deberíamos volver?

Ray hizo una media sonrisa y sin quitar la vista del parabrisas puso su mano encima de la mía, que estaba tensa y temblando.

—Ya estamos llegando —aclaró.

Suspiré inquieta y dejé que Ray siguiera envolviendo mi mano, lo que me tranquilizó bastante.

Había más o menos unos cuarenta kilómetros por carretera desde nuestro barrio a la ciudad.

—Creo que esto va a empeorar —dije mientras me quitaba el cinturón de seguridad.

Estaba nerviosa, sentía una presión en el pecho, y el cinturón me comprimía más.

—Estamos en New York, hay miles de sitios donde podemos ir si el clima empeora.

—Pues yo no conozco mucho la ciudad —Enfaticé.

Ray sonrió sin mostrarse preocupado y yo le devolví la sonrisa.

Amaba su forma de ser, parecía que no le temía a nada, y eso me hacía sentir segura. Sentía que nada podría pasarme si estaba junto a él.

—Aquí no hay tanta nieve.

—¡Pero si no ha dejado de nevar! —Contradije frunciendo el ceño.

—Me refería a la calle —Aclaró, y torció la sonrisa.

—¿ Y a dónde vamos? —Pregunté impaciente.

—A dónde tú quieras.

—¿Al Central Park? —sugerí apoyando la cabeza en el cristal de la ventana.

—¿Al Central Park de noche? ¿Tú estás loca?

Sonreí.

—Era una broma.

—Tengo una idea —Dijo después— ya sé a dónde te voy a llevar, pero quiero que sea una sorpresa.

—Está bien —accedí.

—Vas a tener que quitarte el pañuelo del cuello y vendarte los ojos.

—¿Para qué? —quise saber.

Ray negó con la cabeza, y supe que no me lo iba a decir.

—Si te lo dijera ya no sería una sorpresa.

—Está bien —dije dudosa, pero obedeciendo.

Me quedé en silencio, y traté de no hacer trampa. Me moría de ganas por ver a donde estábamos yendo, pero hice un esfuerzo y me contuve.

Después de unos minutos, el auto se detuvo.

Sentí a Ray respirar muy cerca de mí.

—¿Estás lista?

El día que me OvidasteHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin