Capítulo 15: Nostalgia

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*Él de la imagen multimedia es Ethan*


Crucé la calle a paso elástico, y me subí al automóvil.

Vi que en el celular tenía tres llamadas de Amanda. Con todo lo que había pasado, había olvidado llevarlo conmigo.

Conduje hasta mi casa, tensa, con unas ganas inmensas de llorar.

Cuando llegué, mi madre ansiosa me abrió la puerta.

—Hija, ¿estás bien? —me preguntó, y me acompañó tomada de mi brazo hasta el sofá.

La miré desconcertada.

Realmente me había sorprendido, porque a mi mamá mis problemas no le causaban mucha curiosidad. Al menos, no siempre.

— ¿Qué ha pasado? —insistió preocupada.

Ella se sentó junto a mí y yo me recosté en su regazo.

—No me gusta verte triste —Añadió luego, y con una mano comenzó a acariciarme el cabello.

— ¡Se ha ido mamá, y no sabes cómo lo extrañaré!

—Muy pronto volverás a verlo, no estés tan afligida.

Mi madre tenía razón, pero eso no aminoraba mi dolor. Eso no me conformaba. Yo quería permanecer cada minuto del día a su lado.

—Voy a descansar —dije después, y subí a mi habitación, dispuesta a resistirme a la idea de que Ray se había ido, no indefinidamente, pero se había ido, y eso me hacía sufrir.

Entré en mi cuarto y cerré todas las ventanas. Hacía frío, y entraba mucha luz a esa hora del mediodía.

Cuando todo quedó a oscuras, por fin pude pensar.

Acostada sobre el respaldo de la cama me puse a reflexionar.

Pensaba en las desavenencias del pasado. Cualquiera diría que una chica de mi edad no podía enamorarse, al menos no con ésta intensidad, sin embargo yo, lo había hecho.

Más de una vez había oído que el amor no es para todos, o que toca una sola vez a la puerta, qué cada quien ama a su manera, incluso que no es para siempre.

Yo no creía en ninguna de esas cosas.

Creía que el amor era lo más maravilloso de este mundo, y que no lastima ni hace daño como muchos piensan, porque cuando uno ama es incapaz de dañar.

También era consciente de que el amor no se puede forzar, porque el amor nace, simplemente nace.

Uno no elige cuando enamorarse, ni de quién, y es cierto que a veces podemos equivocarnos, o sufrir alguna decepción, pero eso no quiere decir que no podamos volver enamorarnos.

Yo me sentía más que segura que Ray era el amor de mi vida, y no deseaba otra cosa más que estar a su lado y amarlo siempre.

En medio de esta reflexión me asustó el sonido del celular.

Era un mensaje de Amanda. Decía que me esperaba en un Bar del Centro, a las nueve en punto, y que no le fuera a fallar.

Tiré el celular en la cama, no tenía ganas de responderle. Luego recordé que era mi mejor amiga, y que no había mejor terapia que su compañía. Así que le respondí enseguida, y arreglamos para vernos en ese lugar.

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Al fin había llegado la hora de encontrarme con Amanda.

Realmente necesitaba desahogarme, hablar de mis cosas, de todo lo que tenía apretado en mi pecho, y no podía fluir.

El día que me OvidasteWhere stories live. Discover now