Capítulo 12: Conflicto de amor

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Decían que el invierno había durado mucho, pero como siempre se había terminado y ya no quedaba rastro de él en ninguna parte.

Ahora los árboles estaban cubiertos de flores y un aire tibio y cálido había cubierto la atmósfera en la ciudad.

New York ya había recobrado el verde en todas partes, en los parques, en las plazas, y en los amplios jardines de las casas.

Y para mí, la vida había marcado un nuevo inicio.

Desde que el curso había terminado, el tiempo se había pasado volando, aunque la había pasado espectacular con Ray, mi familia y mis amigos, y ya sólo faltaban unos días para que empezara mis estudios en la Universidad.

—¿Estás segura qué eso es lo que te gusta?

—Sí Amanda, —dije y voltee los ojos.

—Servir café no demanda mucho esfuerzo.

—Me parece muy bien que quieras ayudar a tu padre en el negocio, pero deberías aplicarte más a la administración, ¿no era eso lo que él quería?

Amanda se apoyó en la pared y se cruzo de brazos.

—Lo que mi padre quiere es que aprenda a manejar el negocio, así cuando él ya no pueda hacerlo, yo me haga cargo del restaurante.

—¿Y por qué no lo haces? —dije y alcé las manos.

Amanda suspiró desalentada, y se sentó en el suelo.

—Tú bien sabes que eso no es lo mío —explicó, y luego se llevó las manos a la cabeza—, me basta con lo que hago por ahora, pero quizá más adelante cumpla su deseo.

—Debes tomar tus propias decisiones, y hacer lo que verdaderamente te gusta.

—Lo sé, pero ya sabes que yo no soy como tú, o como Ethan. Nunca me fue muy bien con los estudios, y lo sabes, siempre sacaba la puntuación justa, ni más, ni menos.

Solté una carcajada. Eso era cierto, pero no porque le faltase inteligencia, sino porque era muy poco aplicada. Prefería coquetear con los chicos, en vez de concentrarse en los estudios.

—A propósito, ¿has visto a Ethan?

Me senté en la cama, y apoyé los codos en la falda.

—No, ¿y tú? —respondí extrañada.

—Tampoco. La última vez que hablamos fue hace dos días. Pero ya sabes que desde que estás de novio con Ray, no le vemos tan seguido.

Asentí, y me puse de pie para acercarme a la ventana. Me apoyé en el cristal, y sostuve con una mano el fino cortinaje de seda transparente que cubría el ventanal.

Luego lo dejé caer, y volví la vista a mi amiga, que aún sentada en el suelo me observaba con melancolía.

—Cómo han cambiado las cosas, en tan poco tiempo —dije añorando un tiempo atrás.

Amanda sonrió quietamente. Luego vino hasta mí, y puso su mano en mi pelo.

—La vida va cambiando, y nosotros con ella, no tienes qué afligirte por ello.

—Es verdad, pero lo que realmente me angustia ahora es que cuando ingrese en la Universidad de Arte ya no podré ver a Ray todos los días como ahora.

El día que me OvidasteWhere stories live. Discover now