Ella: su ángel.
Él: su infierno
"Convertí mi mundo en un lugar sombrío y peligroso, hasta en el peor momento de la historia tuve la oportunidad de huir. Pero yo misma elegí ser consumida por mi propio infierno llamado Luis Harris"
¡Bienvenidos al in...
─¿Disculpa? ¡Quién carajos te crees!─ Alcé la voz al girarme tratando de sonar enojada, aunque en realidad estaba aterrada. El peliverde se quedó mirándome con expresión burlona.
Claramente no me creyó una mierda y quizás fue debido a que mi voz salió algo titubeante.
─Oye tranquila mi amorcito─ dijo acercándose cada vez más, yo no iba a retroceder, debía ser fuerte─ Yo no muerdo... a no ser que lo quieras...
Ahora sí que tenía miedo, y si no retrocedía era porque me paralicé y no por ser valiente, ese imbécil no sé qué pretendía hacer.
─ Yo te voy a morder, ya sabes dónde, y no va a ser lindo.─ dijo tras mi espalda una familiar voz.
Harris al rescate. Ay gracias Diosito...
─Tranquilo bebé, si quieres meterte entre mis piernas sólo tienes que pedirlo...─ Terció el peliverde sonriendo sobradoramente y temí por la reacción de mi...de Luís.
Pero éste, para mi sorpresa sólo río, y me guiñó un ojo.
Empezaba la función.
─ Esto...─ dijo Luis pasando su mano, si su mano, abierta, por mis pechos y bajando a mi entrepierna, ¿qué carajo hacía? Ni idea, pero me quedé quietita sintiendo sus manos en mi cuerpo─Es mío... Y no me caes tan bien como para compartirlo contigo.
─Ok, ok, aguafiesta...Vamos a la guarida, te están esperando.─ Genial, al fin iba a conocer al resto de la banda, de los demonios.
─Hora de actuar, nena.─ susurró mi chico al pasar por mi lado y decidí hacerle caso sin objetar.
─Oye lindo, soy Cristal ¿tú cómo te llamas?─ hablé con voz algo boba y coqueta y me agarré del brazo del peliverde así de lo más confianzuda y decidí caminar a su lado, éste le sonrió triunfante a Harris, quién se lo estaba tomando bastante bien pues es una actuación, sólo eso.
─Me llamo Elian, lindura, no le temes a la furia del príncipe ¿verdad?─ dijo mirándome fijamente a la vez que mermaba el paso.
─No le temo a nada, menos a éste tipo.─ contesté y a la vez le di una nalgada al príncipe que ahora estaba caminando a la par nuestra.
Sí señores, Luis sería mi perra. Me gusta ser la Bad Girls de la historia.
Nos dirigimos, conversando estupideces, hasta la famosa guarida y al llegar descubrí que el sitio no es más que una sucia casilla con heladeras y alcohol, una mesa de billar y muchos pufs y sillones por todos lados, y hay una constante nube de humo, seguro marihuana y cigarro y Dios sabe que más.
Veo a los presentes en un rápido escaneo y encontré en una esquina al pelirrojo, sé que ese es el jefe, sé que está observando cada movimiento nuestro. Mi actuación debía ser cómo para ganar un puto Oscar, debía convencerlos a todos de que no soy más que una chica cualquiera que sólo quiere pasar tiempo con su chico y que no le importan los negocios ilegales del lugar.
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