Capítulo 7: Los demonios- Luis

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LUIS

─Te vistes y te vas.─ fueron las palabras que le dije a Paulina luego de caer una vez más en sus sucias garras.

─Pero cariño, pensé que iríamos juntos al infierno...ya sabes, si no vas los demonios te matarán─ dijo la rubia casi con una sonrisa perversa en sus labios rojos que resaltan totalmente en esa piel tan blanca.

Se colocó sus botas de cuero y comenzó a abrir la puerta para por fin dejarme en paz. Ella es más peligrosa que esos imbéciles. Y no conozco sus demonios.

─No me esperes.─ solté cubriendo mis ojos con el brazo ya que me molestó la luz que se coló por la puerta entreabierta.

Se fue sin discutir conmigo. La última vez que intentó contradecirme terminó con un brazo morado por un tiempo, no estoy orgulloso de eso, en lo absoluto, pero esa rubia del demonio es totalmente exasperante, me llevó a tomar esas malditas pastillas que me sacaron de quicio y terminé haciéndole daño. Estoy hasta la coronilla repleto de mierda...

Caí una vez más en la tentación, me la cogí de nuevo, rayos, esa mujer maneja mi pene, su cuerpo le es familiar al mío, solo con un beso y sentirla en mi regazo ya estaba prácticamente sobre ella arrancándole la ropa.

Mierda. La cagué. De nuevo...

Siento odio, arruiné las cosas una vez más, no puedo dominar mi carne, no pude decirle que no.

En verdad quiero a Cristal, pero ni siquiera pensé en ella, solo quería estar dentro de Paulina y calmar mi erección.

Siempre seré un imbécil. Siempre...

Me metí a la ducha, sentía el agua helada caer por mi cuerpo, limpiaba cada centímetro que tocó a Paulina, lástima que no pueda limpiar mi culpa. No logro hacer nada bien, lo sé, sé lo mierda que soy, me veo todos los días al espejo, no es necesario que me lo digan. De todas maneras, no tengo la puta idea de cómo salir de esto.

Tengo que prepararme para el maldito baile estudiantil, si no fuera porque fue lo primero que se me ocurrió como excusa para faltar a la carrera final, ni de casualidad aparecería por ese lugar. Hace días que no voy a la escuela. Lo único que me alegra en toda ésta mierda es que voy a verla a ella...aunque la conciencia me carcoma.

Termino de prender mi pantalón cuando suena mi móvil. Carajo. Es uno de los demonios. El maldito pelirrojo.

─ ¿Si, qué quieres? Se breve.─ dije sin disimular mi disgusto, aún tenía que recoger las botellas de cervezas que tomamos.

─Ay mi príncipe, solo llamaba para recordarle sus obligaciones con nosotros, no falte esta noche su majestad. No...fal...tes.─ dijo y me cortó.

Los demonios han arruinado todo en mi vida desde que descubrí que yo sólo era su juguete que explotar, se hicieron pasar por mis amigos solo para que corra para ellos y así ganar dinero con las apuestas que se hacen en el infierno, de esos cientos yo solo veía miserias. Se hacían ricos a mi costa. Jamás les importó que me matase en las carreras. Buscarían a otro imbécil para ocupar mi lugar...y yo pensando que tenía amigos.

Me metí en las carreras ilegales por accidente, una noche discutí con mi padre por dinero, es un avariento insufrible, y salí a las calles en la morocha hecho una furia, tomé las calles desiertas y solo apreté el acelerador, sin importarme nada. Paré cuando escuché muchos bocinazos a lo lejos, miré por el retrovisor y vi que eran dos autos tratando de alcanzarme.

Cuando aparcaron tras de mí y bajaron de sus autos, los vi. Eran cinco, con pinta de recién salidos de presión. No apagué el motor. Pensé que quizás eran ladrones.

JUNTOS (#SYPS)Where stories live. Discover now