Extra III | Cuatro años de victoria | PARTE 1

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— ¿Así cómo? —juguetee, cruzando mis piernas en su cintura.

— Así... —contunúa mirándome los labios y ya estoy sintiéndome mal por tortutarlo.

Le muerdo el labio, tomando su rostro con delicadeza y lo beso. Y es que desde anoche no me besa y creo que mi necesidad es más grande que la suya hace un momento. Abraza mi cintura y mueve los labios con necesidad.

— Si así consigo que te pares tan pronto de la cama. Dime. ¿por qué no lo ingenié antes? —vacilo, dejando un beso corto en sus labios.

— Eres tan mala.

— Y tú no te aguantas ni un calentón.-contraataco.

-— Porque contigo no se puede. Imagina si estuvieses en mi lugar, tampoco te aguantas.

— ¿Tú de verdad te crees que yo permitiría que me dejes así cómo tú? ¿Alfiletero? —hablo haciéndolo reír.

— Por Dios, tú no paras un segundo.

Le sonreí.

— Buenos días, mi rey. —lo abrace a lo que él respondió gustoso.

Me encaminé al baño luego decirle lo bonito que se ve por las mañanas y tomé una ducha caliente para poder despejarme. Porque creanme, él no es el único que sufre en éstas situaciones.

Me encuentro calzándome las prendas cuando lo escucho tararear desde la cocina, le sigo la canción cuando me la sé y le grito piropos cuando no. El ruido de las ollas me indica que está haciendo el desayuno, me doy cuando que traigo puesto el traje de baño que a él le gusta y sonrió cuando imagino lo que me dirá al verme. Si hay algo que en verdad me hace feliz, es que me diga lo bonita que le parezco. Salgo descalza al pasillo, desatando mi cabello también porque sé cuánto le gusta cuando lo hago, aunque ya no lo traiga tan largo como antes, de hecho, apenas me llega a los hombros.

Estoy parada frente al cuadro de sus abuelos que hay colgado en la pared del pasillo, me cuesta distinguir los rostros ya que mi visión se va distorsionando de apoco. Me sostengo de los azulejos de las paredes y basicamente me arrastro en dirección a él. Mi cabeza duele de repente y siento como si mi sien fuera a explotar. Camino hacia la cocina con cuidado de no marearme más, encuentro sus manos en un momento del camino y respiro con alivio.

— ¿Por qué se ve usted tan hermosa? —siento su voz cerca y no puedo evitar sonreír-. Van a enamorarse todos de ti.

— Con que tú lo estés, me basta... —contesto.

Abrazo su cintura y me guardo en su cuello mientras él continuaba en la cocina. Lo beso con cuidado sintiendo como su piel se eriza por el contacto de mis labios. Sonrío. Suelta una risita tímida, yo sonrió de nuevo sobre su mejilla.

— ¿Por qué eres tan bonito, eh? —vuelvo a sonreír, pero mordiéndolo ésta vez.

- Sucede que paso mucho tiempo contigo, me contagias. -responde.

Se voltea hacia mí, abraza mi cintura pegando mi cuerpo a cuerpo al suyo. Mete sus manos en los bolsillos de mis shorts mientras se muerde los labios.

Yo me estiro para llegar a besarlo. Esto es extremadamente frustrante, mido casi 1,75 y aún me cuesta llegar a sus labios. Ni que fuera tan alto.

Mis manos van a parar a su cuello y un gruñido se espada de mi garganta al momento de besarme.

— Estás algo pálida, ¿Sucede algo? —pregunta, antes de volver a besarme.

— Creo que me siento un poco mal. —respondo, sintiendo su beso en mi frente.

LOUDER | RMWhere stories live. Discover now