Capítulo 98: Tú, el amor de mi vida.

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98.

Abrí los ojos removiéndome entre las sábanas, mis piernas estaban sujetadas a la cama, impidiendo que las mueva. Miré hacia arriba encontrando sus ojos marrones posados en mí.

Sonreí.

— Hola. -dije.

— Hola. -me sonrió apartando los cabellos de mi rostro.

— ¿Cuanto llevas despierto? -pregunté.

— Tres horas. -contestó.

— ¿Me estás mirando hace tres horas? -pregunté abriendo mis ojos.

— Sí, bueno, te miro y pienso... -respondió.

— ¿Piensas?, ¿y en qué? -dije entrelazando su mano con la mía.

— En ti, en mí, en nosotros. En todo lo el tiempo que has estado lejos, en lo mucho que te he extrañado y en lo increíble que fue anoche.

— ¿Sabes? Es la primera noche después de mucho en la que no me despierto debido a una pesadilla o una crisis.

— Con respecto a eso, ¿las tienes muy seguido? -preguntó mirándome con preocupación.

— Desde Toulouse..

Besó la mollera de mi cabeza y acarició mi rostro.

— Ya no padecerás más eso, lo prometo. -dijo.

Llevé mi mano para acariciar su cabello y él se quedó mirando mi brazo con sorpresa.

— ¿Tienes un... ¿tienes un tatuaje? -preguntó tomando mi brazo.

Acarició mi ante brazo, pasando su dedo pulgar por la frase. Levantó su mirada y me miró mientras mordía su labio inferior.

— ¿Es de verdad?

— Sí, es de verdad. -respondí.

— Wow, ¿y yo por qué no lo había visto antes?

— No sé, no te habrás fijado. Lo tengo hace... un año, o un poco más.

Enrosqué mi pelo en mi mano e incliné la cabeza para enseñarle el tatuaje que tenía en la nuca.

— ¿Es una letra china? -preguntó.

Levanté la cabeza.

— Es una A, correspondiente a las iniciales de dos personitas muy importantes. Doña Amanda y tú. -pasé mi dedo por su nariz haciéndolo reír.

Ahora es cuando recuerdo de lo bonita que sonaba su risa por las mañanas.

— Ven aquí, que ya no aguanto.

Me estrechó sobre su pecho con fuerza, mientras yo dejé mi rostro en el hueco de su cuello.

— Si tan sólo pudiera volver el tiempo atrás y evitarte tanto sufrimiento, lo haría, juro que lo haría. -dijo.

— No te mortifiques más, pasó lo que tenía que pasar, no hablemos de eso, por favor..

— Pero yo necesito hacerlo, necesito saber qué es lo que sientes.

— ¿Sabes? Tengo otro ahí donde estás tocado. -murmuré besando su mejilla.

— ¿Otro más?

Dejó mi desnudez a la luz y llevó su mirada hasta mi costilla la cual también está tatuada.

— Ese también tiene que ver conmigo, ¿verdad?

Me reí.

— No, este no. Ésta vez, mi papá es protagonista, él siempre ha dicho que hasta un dibujo puede salir mejor si se hace con amor.

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