Capítulo 87: Remendar vínculos.

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Jari's POV

— ¿Tan temprano y despierta? -dijo Laura, mirándome desde su cama.

— No pude dormir. -contesté sin desviar la vista de la ventana.

— Tú últimamente has estado más extraña de lo normal, ¿qué sucede?

— ¿Te importa? -alcé una ceja.

— Ni un poco, pero pensé que querías hablar. -dijo, sentándose sobre su cama.

— Cuando quiera hablar haré terapia, no te preocupes. -murmuré.

— Que humor... -dijo volviendo a cubrirse con las sabanas.

— Hoy es mi cumpleaños... -dije después de un tiempo de silencio.
Sentí como se puso de pie y se sentó a mi lado, en la ventana.

— Bueno pues, felicidades.

— Gracias. -murmuré.

— ¿Qué mierda, no? Tener que pasar tu cumpleaños aquí encerrada.

— Eso no importa, ya lo he hecho, y no es que me guste festejar. Así que, está bien.

— Diecinueve, ¿no?

— Así es...

— ¿Que tal si te recuestas y simulas dormir? En nada harán cambio de enfermeras, y si vienen y te descubren así, estarás en problemas. -mencionó.

— ¿Sabes, qué? Mejor tomaré una ducha. -dije.

Tomé una muda de ropa limpia que habían dejado ayer, siendo nada más que un pijama, de los cajones tomé un conjunto de ropa interior, específicamente negro... no estaba. Intenté hacer memoria, pero si yo no lo había usado desde que llegué, ¿donde está?

Caminé hasta Laura, quien estaba tapada hasta la cabeza y la destapé bruscamente.

— ¿Estás loca?, ¿qué haces?

— La única loca aquí eres tú. Devuelve ya mismo mi ropa interior. -demandé.

— ¿De qué hablas?, si yo no tengo nada tuyo. -dijo.

Tiré de la manga de su hombro, dejando las tiras de mi sostenedor a la vista, el cual identifiqué porque estaba ridículamente cocido con hilo bordó, ya que en una ocasión fue violentamente mordido por Abraham. Y es hasta ahora que me sigo preguntando... "¿por qué todavía no lo quemé?"

— ¿Ah no?, y entonces, ¿qué es esto? -dije tirando de su brazo.

— No me toques así, porque sabes como acabas. -dijo sonriéndome malévola.

La solté.

— Quédatelo, ya no viene al caso. -le dije, caminando hacia el baño.
Tomé mis pertenencias y cerré la puerta detrás de mí, le puse llave, porque uno no sabe lo que se le puede llegar a ocurrir a Lalo allí afuera. Me despojé de mis prendas, quedando únicamente en ropa interior. Me observé detenidamente en el espejo, estaba piel y hueso, sin exagerar. Mis costillas gritaban en una agonía siendo bruscamente notables, mis pechos habían tomando una forma instantánea de encogimiento, mi cabello largo estaba horriblemente maltratado, las cicatrices de mis piernas estaban secas y sin curar, seguramente tomé una horrible infección.  Y sin contar, que son más ojeras que persona.

Al momento de encender la regadera, sentí un fuerte mareo que me desestabilizó un poco, no le tomé importancia y continúe con mi rutina, después de todo... es la falta de alimentación, sumándole que me tienen dopada como fiera a una exposición.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora