Capítulo 103: Iluminados y Eternos.

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103.

— ¿Y si no están? -pregunté mirándolo con preocupación.

Estábamos ya de camino a casa de sus padres, y los nervios me están consumiendo. Ahora entiendo la situación de Abraham el día que vimos a mi familia, tengo una sensación de incertidumbre recorriéndome el cuerpo abruptamente y no creo aguantar sin gritar alguna estupidez.

Él rodó los ojos divertido y me miró.

— Yo les avisé que iría, amor. -respondió, frenando ante un semáforo en rojo.

— ¿Saben que yo voy? -pregunté.

— No, es una sorpresa. -contestó.

Posó su mano sobre la mía, la cual estaba sobre mi muslo y entrelazó sus dedos con los míos.

— Tranquila, todo saldrá muy bien.

Le sonreí.

Se acercó para besarme, pero fue interrumpido por un bocinazo departe de los autos de atrás. El semáforo estaba en verde...

Riendo me acomodé en mi lugar y me quedé mirándolo.

Cada facción de su rostro llamaba mi atención, incluso sus imperfecciones me gustaban, porque lo hacían ver aún más perfecto. Siempre me gustó el pequeño lunar que adorna el costado de su oreja. Él en particular es una persona que cuenta con una gran cantidad de lunares en su cuerpo y me encanta. Incluso, hay noches en las que me dedico a contar cada lunar que hay en él.

— ¿Por qué me miras así? -preguntó sonrojándose.

— Porque estás re bueno.. -contesté sonriendo.

Se mordió el labio y me miró.

— ¿Y qué puedo decir de ti?... -dijo.

— Que soy una diosa, mínimamente.

Se río.

— Tienes en claro que lo eres.

— No. Hay veces en las que hasta me olvido que soy mujer, suelo ser bastante vulgar. De diosa no tengo nada.

— Creeme que Nefertari se está revolcando en su tumba. -mencionó.

—Mmm, ¿desde cuando tengo un novio egiptólogo?

— ¿Desde cuando sales con Howard Carter? -preguntó.

— Howard Carter era arqueólogo.

— También era egiptólogo.

— ¡Oye, sí!, ¡Él descubrió la tumba de Tutankamón! -dije al recordarlo.

— Muy bien. -me sonrió.

— ¿Creíste que no lo sabía? No me subestimes, Mateo. Sólo es que no soy muy buena para los nombres.

— A eso lo sé.

— ¿Pero por qué hablamos de esto? -pregunté riendo.

— No sé, yo sólo nombre a Nefertari y tú empezaste con lo de Egipto.

— Relativamente, tú empezaste. Por cierto, Nefertari no puede revolcarse en ninguna tumba. Su cuerpo fue exhumado por un grupo de arqueólogos en... no recuerdo exactamente en qué año. Sé que la única parte de su cuerpo físicamente conservada son sus piernas, que están en un museo de Italia, que... tampoco recuerdo el nombre. -finalicé riendo.

— Vi fotos y eran muy turbias. -comentó.

— Y sí, imagina que tienen miles y miles de años en descomposición. Yo creo que su momento fueron espectaculares, Ariadna Gutierrez, un poroto.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora