Final

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Está bien, no volveré a editar lo que escribió la chica del pin de la sonrisa, pero yo tengo más carisma para redactar, al menos eso dice el certificado enmarcado en mi pared de un concurso de escritura que gané hace unos meses.


Me encontraba tendido en mi cama con mi computadora sobre mi estómago cuando Wally entró corriendo como si fuese su propia habitación.


– ¡También podías tocar! –farfullé.

–No hay tiempo –cerró la puerta tras sí y se sentó a los pies de mi cama– Conseguí a alguien que publicará tu libro –anunció con una sonrisa radiante.

– ¡Aleluya! –canturreé sin saber a quién se refería.


La verdad esperaba ver mi libro en una biblioteca real antes que en internet, pero es lo que hay... Mi manager (también conocido como Adam), me aseguró que todos los éxitos nacen así. No puedo quejarme demasiado (excepto de la extrema confianza de Wally para invadir mi privacidad, literalmente su cabeza está pegada a la pantalla mientras escribo estas líneas) tengo mis cómics publicados, mis mejores amigos ayudándome y creo que le debo mi carrera (me arriesgaría a decir que mi vida) a aquel pin de la sonrisa que un día encontré en los pasillos de la escuela.


¿Quién dijo que ser friki no era genial? ¡Es épico!


Gracias por seguirme en mi búsqueda implacable de la chica del pin de la sonrisa. Creo que sería apropiado dejarles una mala foto del primer dibujo que hice de Cirse junto a Gee.


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Hasta que Cirse vuelva a perder un pin.

La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora