Capítulo 24

87 18 2
                                    



Otro día en la escuela, pero esta vez con una peculiaridad, un suceso insólito... ¡Yo llegando temprano!

Sí, lo sé, ni yo me lo creo. Sin embargo entré y apenas habían llegado alumnos, revisé mi reloj, solo eran diez minutos más temprano de lo usual. Me dirigí a mi salón.

Estaba por entrar justo cuando otro muchacho pasó corriendo, en la mano llevaba una lata de espuma. Iba riendo exageradamente y lanzando espuma a diestra y siniestra. Traté de esquivarlo pero fue en vano, mi uniforme sufrió las consecuencias.


–¡Oye! –bufé, pero él se limitó a mirarme como psicópata y salir corriendo entre carcajadas.

Detrás de él venía corriendo otro muchacho. Éste tenía expresión seria y era bastante rápido.

–¡Te atraparé y te haré pagar! –gritó con cierto aire heroico. Me froté los ojos para asegurarme de estar despierto.

No iba a perderme esto. Corrí tras ellos solo para ver como resultaban las cosas.

El chico serio lo había logrado atrapar y lo tenía del cuello de la camisa, ahora el otro muchacho no se veía tan alegre, pero seguía sonriendo. El chico serio terminó arrastrándolo al despacho de la directora y se marchó antes de que preguntaran su nombre.

–Buen trabajo –le dije al muchacho. Él me miró con aires despectivos.

–Es mi trabajo –respondió con frialdad y se retiró.

–Si tú dices... –comenté arqueando una ceja.


No quiero sonar exagerado, pero esos dos me recordaron demasiado a Batman persiguiendo al Joker, su eterno enemigo.

Así es como terminé apodando "Batman" al chico serio y "Joker" al chico loco.

Durante las clases le conté a mi amigo sobre la persecución de esa mañana. Él se limitó a reírse de sus nuevos apodos.


–Javier, deja de leer tantos cómics, comienzan a afectarte –dijo a manera de chiste. Me reí con sarcasmo.

–Yo que pensaba invitarte a que me acompañaras a comprar mi primer cómic... –sus ojos se iluminaron.

–¡¿Qué?! ¡No lo decía en serio!

–Ahora dices eso.

–¡Vamos! ¡Déjame ir contigo! –me rogó. Entre risas me di por vencido.

–Está bien. ¿Mañana al mediodía en la tienda del centro? –aventuré.

–¿Y luego almorzamos comida rápida? –propuso con una sonrisa maliciosa.

–Ya me conoces –respondí, dándole una palmada en el hombro.


La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora