Capítulo 38

63 14 0
                                    



Seguí con mi vida normal en la escuela, casi ignorando por completo lo que mi amigo había dicho y lo que la chica amargada me había informado... bueno, y también lo que mis profesores enseñaban. Digamos que era el día de encerrarme en mi mismo, tenía asuntos que tratar con cierta historia que casi terminaba de planear. Adolescentes, ropas coloridas, acción y, lo mejor de todo, cómics. Reí malévolamente en mi interior de mis propios pensamientos. Luego empecé a plantearme la idea de escribir un diario, algo para desahogarme un poco y, bueno, dejar de hablar conmigo mismo en mi cabeza.


–Javier –llamó el profesor con hartazgo. Escondí mi libreta debajo de un banco y guardé mi lápiz entre mis apuntes.

– ¿Sí? –inquirí sonriendo. Él me miró ceñudo y caminé resignadamente hasta su escritorio– ¿Qué pasa? –indagué sin ganas.

–Noté que está muy pendiente de su tarea de Artes plásticas –dijo con cierto aire sarcástico.

–No es una tarea –contrapuse rápidamente, con la intención de salvar mi promedio de un simple "Aprobado". El chico de los cómics silbaba disimuladamente mientras miraba hacia otra parte. Mi profesor arqueó las cejas sin cambiar su expresión seria.

–Como sea. Si tan importante es para usted este "proyecto personal de artes" al que le dedica toda mi clase, creo que tendrá que aplicarlo un poco a mi clase si espera aprobar –informó con placer. Lo miré con temor.

– ¿O sea...? –me animé a preguntar.

–La próxima semana quiero que haga una exposición para toda la escuela en el salón de actos y muestre su... ¿Historieta? –indagó.

–Cómic –informé tensando los labios.

–Perfecto –sonrió cínicamente, seguramente disfrutando la idea de ponerme en ridículo frente a todos– Tiene exactamente... –comprobó el reloj negro de su muñeca– 6 días y 3 horas para terminarlo y presentarlo en la muestra de arte.

–Pero... usted da Literatura, ¿Qué tiene que ver su materia con mi hobby? –expuse revolviendo las manos.

–Tiene historia, ¿No? –asentí– ¡Eso me basta! –hizo un gesto despectivo– Además la directora nos pidió que consiguiéramos alumnos que presentaran algo artístico.

–Está bien... –murmuré a regañadientes y me encaminé a mi asiento– Oh y una cosa, profesor –dije girando sobre mis talones– ¿Esto significa que quedo exento del examen de la próxima semana? –inquirí esperanzado. Pero él negó sonriendo. 


Suspiré y me senté con desidia en mi lugar.


– ¿Qué te dijo? –indagó de inmediato mi compañero. Le expliqué apesadumbrado la tarea que mi querido profesor me había encomendado, ¡Seguro había escuchado que la profesora me tuvo de sospechoso por la travesura del otro día! Maldije para mis adentros.

–Tenemos mucho trabajo que hacer –expuse reclinándome en mi silla y continuando mis dibujos.


A la hora de salida prácticamente salí huyendo del aula, mientras antes llegara a casa, antes podría continuar este trabajo que ya comenzaba a obsesionarme.

Dejé la mochila sobre mi escritorio y busqué dentro mi libreta. Palpé en busca de su tapa gruesa y áspera, pero no la encontraba por ninguna parte. Impulsivamente, puse la mochila de cabeza, dejando que todo se disperse sobre el escritorio, pero definitivamente no estaba dentro. Sentí mi pulso acelerarse y mi cara enrojecerse. Estaba en graves problemas... Tragué saliva a la vez que entraba en pánico.


La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora