Capítulo 60

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Suspiré mientras me reclinaba contra la puerta del edificio, reconsiderando seriamente mi vida. Y si se lo preguntan, estaba en la entrada del condominio dónde vivía la muchacha más seria y amenazadora que conocía, la chica del pin de la sonrisa.

Tras varios minutos de espera ella bajó cargando una pequeña pila de cómics en perfecto estado. Sonrió y dejó que los tomara.


–Te lo aseguro, son los mejores cómics de zombies que podrás conseguir, claro, si dejamos de lado TWD...

¿Victorian Undead? –leí en su portada ladeando la cabeza. Ella esbozó una sonrisa pícara.

– ¡Sólo inténtalo! Nos vemos –sin más cerró la puerta en mi cara y me vi obligado a marcharme.


Aún era temprano, prácticamente había salido de mi casa al mediodía solo para venir hasta aquí a recoger esto. Tras iniciar sesión en internet, le había contado a mi singular amiga que andaba buscando algún cómic de zombies (cosa que acostumbraba hacer más con el chico de los cómics, pero él aún no daba señales de vida) y ni bien lo hice, me forzó a venir hasta aquí tan solo para intercambiar un par de palabras y cargarme una colección de cómics en la mochila.

Gruñí mientras avanzaba pesadamente bajo el sol, esperando a que el universo me presentara algo para entretenerme hasta la hora de regreso a casa, tenía mucho material de lectura y no hablo del escolar.


Caminando sin rumbo definido, acabé cruzando un parque lleno de skaters. Los esquivé y por poco no acabo arrollado por uno de ellos. Ni había terminado de festejar que seguía vivo cuando algo impactó contra mí y acabé en el suelo. Gruñí y volteé hacia atrás, me encontré con... un muchacho tendido en el piso.


–¡Oye! –le reclamé– ¡¿Eso fue una patada voladora?! –él se sacudió la cabeza y se levantó de un salto.

–Sí, disculpa –me tendió la mano y acepté su ayuda– Es que este es nuestro territorio de practica –señaló a su grupo de compañeros y quedé boquiabierto.


Un par de ellos estaban subidos al borde de una escalinata, intercambiando lugares por medio de saltos mortales. Otros simplemente practicaban pararse de manos sobre uno de sus compañeros mientras otro los saltaba. Tensé los labios cuando vi a un chico saltar de árbol a árbol sobre nosotros hasta aterrizar a nuestro lado.


– ¿Quién es el flacucho? –inquirió examinándome. Se aproximó exageradamente a mí y me tomó un brazo, examinándolo de cerca– No es por nada, pero te hace falta entrenamiento –tensó sus brazos y marcó sus resaltantes músculos.

–Ni me lo digas –contesté ignorando su ofensa, por suerte estaba de buen humor.

–A todo esto... ¿Cómo te llamas? –preguntó el primero.

–Javier –respondí– Y no vengo a practicar parkour con ustedes, no soy para nada atlético.

–Me dicen 2K –se presentó– El chico con cara de pedófilo es Monkey.

–Interesantes apodos –comenté. Ambos me miraron entornando los ojos y luego se miraron entre sí, como si de pronto estuviesen pensando lo mismo al mirarme.

–Oye, no es por nada pero... –comenzó diciendo el primero.

– ¡¿Tú eres el que dibujó ese cómic sobre le pin que perdió Cirse?! –exclamó el otro, haciendo que el primero rodara los ojos. Alcé las cejas y me retraje. Ellos sonrieron, aún más seguros de ello. Chocaron los cinco y por un segundo parecieron adolescentes al enterarse de un chisme.

–Y... ¿Ustedes cómo saben eso? ¿Conocen a Cirse? –inquirí extrañado.

–Conocemos a mucha gente –se apoyó él mi hombro– Ella juega con nosotros en línea –asentí confundido y el otro aprovechó que su compañero estaba distraído para hacerle una llave y tirarlo al piso.

–Sí, nos pasó algunas fotos, incluyendo a su dibujante, y no paraba de hablar de un amigo suyo que lo había hecho, estaba impresionada –continuó diciendo 2K mientras torcía el brazo de su fornido compañero.

–Ah... bien... –murmuré– Cierto que había tomado algunas fotos, pero no creí que fuera a pasárselas a alguien –comenté sentándome en el suelo de pequeñas piedras.

–Sí, ella no es así, pero creo que nadie había hecho algo así jamás –se encogió de hombros y en un descuido su compañero se soltó y lo lanzó contra el suelo, estirándole los brazos y comprimiéndolo contra él.

–También dijo que cantabas, subió el video a su cuenta.

Baia baia –atiné a decir– Y... ¿Puede ser que también conozcan a Gy o a Wally? –aventuré para evitar el bochorno.

– ¿Wally? ¿Un sujeto medio otaku friki? –respondió Monkey, asentí una y otra vez sonriéndole, estaba en lo correcto. Él asintió recordándolo mejor– Sí, el de las convenciones. Y la chica... me suena ese apodo pero no logro identificarla.

– ¡¿También van a convenciones?! –exclamé.

–De vez en cuando –expresó el muchacho que gruñía de cara al piso.


Me quedé charlando con ellos durante largo rato hasta que, a lo lejos divisé una figura demasiado familiar. Abrí los ojos al máximo y retrocedí temeroso.


– ¡Hey, mira, es...!

–Batman –completé la oración con pavor. ¡¿Qué hacia él aquí?!


Él me miró sin expresión y le devolví una mirada extrañada.


La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora