Capítulo 58

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Bien, asunto confirmado: Estoy demente.

Llegué a la azotea con el corazón golpeando contra mi pecho y mis rodillas temblando. Me sequé el sudor de la frente y sin querer corrí parte de mi maquillaje de ultratumba. Bufé mientras me arreglaba el cabello y mis harapientas ropas. Salí afuera y tragué saliva, poco más adelante, mirando la noche, sentada en la cornisa, se encontraba una muchacha de cabello dándome la espalda, cubierta por un largo vestido blanco. El viento silbó en mis oídos y dirigí la vista al cielo, las nubes violetas se dispersaban por el cielo y la luna llena alumbraba la terraza, dándole cierto toque fantasmal, como si en cualquier momento algo fuera a salir de las sombras saltarme a la yugular.


Respiré profundamente y di un paso decidido hacia la muchacha. Pero de pronto el sonido del llanto resonó de manera escalofriante entre la oscuridad, haciendo que la piel se me ponga de gallina. Tragué saliva y giré atemorizado, miré a un lado y al otro, no había nada más que la puerta que llevaba a las escaleras del edificio. Volví a voltear, seguro de que había sido el viento, y al hacerlo quedé cara a cara con un rostro mortecinamente blanco con cuencas vacías. Esa no era Cirse.


Grité asustado, palideciendo por completo, y giré en dirección a las escaleras, pero me tomó de la ropa, impidiéndome avanzar. Grité aún más, incluso a mi mami, mientras el corazón me latía a mil por hora. De un tirón me libré y corrí, pero algo negro saltó del techo. De pronto, una criatura cubierta de plumas negras me mostro una horrible dentadura de colmillos blancos, a la vez que sentía algo caminar entre mi cabello. Me llevé la mano a la cabeza horrorizado, y al sacudirme el cabello decenas de arañas cayeron. Grité aún más fuerte y quise correr, pero me tenían del cuello. Mi cara se puso morada prontamente y por un estuve seguro de que sería mi final.

¡No, nada de eso!


Aún asustado, no era tonto. Le pegué un mandoble a la ciratura alta y emplumada, quién cayó de espaldas al piso y corrí escaleras abajo, dando zancadas por los escalones y totalmente sudado.


Llegué entre jadeos a dónde estaba Wally. Él me miró sorprendido.


– ¡¿Qué te sucede?! ¡Pareciera que viste un fantasma! –exclamó mientras miraba a mis ojos desorbitados, estaba temblando del susto.

– ¡No dejes que me llevé! ¡Era horrible! –exclamé groseramente mientras luchaba por respirar y me escondía debajo de la mesa de postres, cubierta por un mantel blanco.


Miré ligeramente a la derecha y ahogué un grito al ver una calavera falsa. Gruñí y me tomé las rodillas, eso había sido intenso.


– ¡La mejor broma de la vida! –canturreó una voz femenina mientras otros reían. Alcé una ceja, no podía ser...


Salí de debajo de la mesa y caminé hasta Gy, fulminándola con la mirada, ella sostenía una cámara de video. Me sonrió inocentemente pero al ver mi rostro comprendió que yo no estaba jugando su mismo juego y me miró apenada.


–Ups –fue lo que atinó decir mientras se encogía de hombros.


Wally le quitó la cámara y me acerqué, seguido de otros, a ver lo que había en ella.

Como lo sospechaba, estaba grabado desde el techo y me mostraba a mí gritando como niña asustada y luego a otro sujeto vestido con un traje de plumas negras. Pero... no había señal alguna de la muchacha de vestido blanco y cabello negro que casi me había dado un infarto, suponía que había sido la chica del pin de la sonrisa, peor no. En el video no mostraba a nadie más que a mí y a ese otro. Entonces, eso quiere decir que...

Abrí los ojos de par en par y caí desmayado.


La chica del pin de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora