49

858 56 0
                                    


REBECA.

—Tal vez fuiste un poco dura con él.

Me meto el labio inferior hacia dentro.

—Y tal vez no deberías haber reaccionado de esa forma. Me explico: le hubieras dicho de manera suave que no sientes nada por él (aunque sea falso). Si no estaba mintiendo sobre sus sentimientos, Rebeca, lo debe estar pasando mal.

—No pensé en ese momento.

—Se te liaron los cables, y ¿has hablado con él?

Sel enarca una ceja. Trago saliva.

—No. No quiero volver a oírlo porque... Quiero dejarlo atrás.

—Bueno... ¿Y por qué no lo llamas y lo arreglais para que quede todo bien entre vosotros pero no quedáis en nada? ¿Me entiendes? O sea, lo arreglais y ya lo dejas atrás, no lo llamas ni nada. Fin.

Inspiro profundo y niego lentamente.

—Jason es perseverante, ¿crees que después de eso, él no intentará contactar conmigo?

Dobla la cabeza hacia la izquierda como un robot y haciendo una mueca con sus labios.

—Se le pasará, estoy segura. —digo confiada en mí misma.

—¿Verte un día después de varios meses para irte de nuevo? ¡ESO ES CRUEL, LIMA! ¡LLÉVAME A ESPAÑA!

Sel se abalanza hacia mí y me abraza haciendo que nos tumbamos en la cama.

 

Se escucha el pon pon de mi puerta.

—¿Lo tienes todo listo? —se asuma mi madre sonriendo.

—Sí.

Cierro la puerta de mi armario.

—Solo me falta las zapatillas y... el cepillo de dientes y la pasta y seguro que algo más.

—Ve a ayudar a tu hermano a hacer la maleta, anda. —tamborilea sus dedos en la puerta.

—¿En serio?

Suelto una carcajada.

—Tu padre y yo estamos haciendo la cena y sabes que Simon es muy desordenado.

El sonido de llamada de mi móvil me impide contestar.

Me doy la vuelta y doy varios pasos a mi cama y cuando me fijo quién llama, parece que alguien ha pulsado el botón de que vaya el corazón de Rebeca a cien.

El nombre de Jason resalta. Resalta mucho. ¿O esa es mi impresión? Ay, dios...

Cojo el teléfono y miro a mi madre sin enseñarle quién llama.

—Atiende y ve a ayudarlo.

Ruedo los ojos desesperada por qué me deje sola.

Asiento y mi madre cierra la puerta.

Dejo escapar el aire acumulado durante estos quince segundos.

Las manos me tiemblan un poco, me siento para prevenir cualquier cosa que me pase de los nervios.

La llamada finaliza.

Parpadeo muchas veces mirando la pantalla que se ha vuelto negra y una luz verde parpadea avisándome que alguien me ha llamado.

Miro al frente, hacia mi armario blanco empotrado.

Suelto un pequeño sollozo.

Carraspeo.

No me impide/ TerminadaWhere stories live. Discover now