12

1.4K 86 3
                                    


JASON.

Su cara era un poema.

—No es b-buena i-idea... No es una cosa b-bonita de ver...

Beca tentía pánico.

—Okey, pero... ¿algún día me la enseñarás?

—Te va a dar repelús. —Rió nerviosa. Una risa verdadera, y no irónica, es mucho más bonita proviniendo de ella.

—¿Cómo te pasó? —Se incomodó por mi interés.

—Un accidente de coche. —Dijo seriamente y tomando un poco de sus cereales.

Estuve un rato más y esto lo tenía que decir por fuerzas: tengo que hacer que se enamore de mi. A lo mejor me tengo que leer un libro o manual de instrucciones de cómo enamorar a una chica.

—Beca, ¿Te puedo hacer...?

-—Sí es muy personal a lo mejor no te respondo. —Rió.

—No es personal. —Aclaré.

—Adelante. —Sonrió. Creo, solo creo, que ya no siente tanto odio por mi. Lo estoy haciendo bien.

Cogí aire.

—¿Te... te gustaría ir a cenar a algún restaurante? —Se me quebró la voz.

Otra vez su cara era un poema, parpadeó muchas veces. Estaba en shock al igual que yo... Ir a un restaurante a cenar... En la vida he hecho eso con una chica, pero para que ella termine como yo quiero tendré que hacer cosas estúpidas.

—No. —Dijo seriamente, pero se le escapó una sonrisa.

Me ha dicho que no. Me ha dicho que no. Me ha dicho que no.

—¿Por qué? —Vacilé.

—No quiero salir ni nada contigo.

—¿Y esto no es? —Miré su casa. Quiero que se crea que yo pensaba que estar tanto tiempo en su casa y con ella era como algo... entre... nosotros.

—Tú has venido a mi casa para verme. —Rió. —Yo no te he dicho que vinieras. No te he dicho que quiera estar al lado tuya.

—Entonces nos alejamos. —Dije dispuesto a irme.

—Bien, al fin lo entendiste. Más vale tarde que nunca. —Dijo con sorna. Se levantó para llevar a la cocina su tazón vacío.

Será pilluela...

—Eh. —la llamé. Me levanté corrí a su lado y la cogí del brazo para posicionarla en la pared al lado de la puerta de la cocina.

—Nos alejamos para siempre. —Dije mirándola fijamente a los ojos.

—Sí.

—¿Eso es lo que quieres? 

—¿Para qué quieres una cita conmigo? 

Cita.

—Respóndeme. —Silencio. — Como no me vas a responder, te respondo yo a ti: no lo sé.

Tragó saliva.

—No tienes ni una respuesta clara.

—Yo te he respondido, ahora respóndeme tú, Beca.

Nos mirábamos a los ojos e inconscientemente mi cuerpo se acercó más a ella y otra vez vino ya ese familiar olor a lavanda.

Mi teléfono nos interrumpió, dejá vù. La solté y escuché que soltó aire.

No me impide/ TerminadaWhere stories live. Discover now