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JASON.

Me bajo del coche reventado y Austin me habla:

—¿Qué vas a hacer? 

Me giro y me apoyo en la puerta abierta. Me encogo de hombros.

—¿Te vas a quedar aquí? ¿O te recogo luego? —sigue preguntando.

Me echo los pelos hacia atrás y me miro los nudillos, tienen sangre. Mierda...

—Intentaré quedarme.

De nuevo suelta esa risita que la odio en estos momentos.

—Qué la pases bien, tío.

—No voy a follármela. No estoy para follar ahora. —digo. Luego me doy cuenta en que puede que piense mal y me corrijo. —:ni aunque lo estuviera lo haría con Rebeca. —lo señalo con un dedo.

—Venga vete. Te espera tu amor.

Le saco el dedo y cierro.

Voy caminando despacio además por lo mareado del alcohol que llevo. Aunque solo bebí tres vasos estoy un poco jodido.

Llego a la puerta y alzo mi mano para llamar pero algo en mi se detiene. Parpadeo y me toco la ceja.

—Aaaaa. Joder.

Tengo también una herida ahí. Suspiro y llamo del tirón con mis nudillos que también me duelen. Estoy como un perro de la calle.

Espero un minuto y sigo afuera sin respuesta, entonces llamo al timbre.

Espero... Espero... Y...

Abre la puerta y ahoga un gritido tapándose la boca.

—Ja... Jason.

Se acerca a mi y cierro los ojos. Me toca el brazo y su otra mano la pone en mi pecho.

—Jason... ¿qué te... te ha pasado?

Inspiro y quita la mano de mi pecho. Abro mis ojos.

—Estás horrible... —me dice con preocupación. Sube su mano y la pone en mi barbilla, me hace girar la cabeza lentamente. —Tienes un enorme moratón. Tu ojo... —carraspea y la observo, sus ojos brillan bajo la luz de las farolas. —¿Quién te ha hecho esto, Jason? —tiene una expresión de molestia.

—Estoy... estoy... Necesito sentarme.

Estás borracho escucho decir a Beca.

Me coge la mano y hago una pequeña mueca que no ve ya que no me está mirando. Entramos en su casa y cierro la puerta con las llaves que están ahí.

Me guía por su pequeño apartamento que ya me lo sé y me mete en su cuarto. Ahora su habitación huele más a las lilas, ¿por qué? Nada más que está iluminada por la lámpara de la mesita de noche. Ahora se adentra en su baño, enciende la luz y me hace sentarme en un banquito. Me suelta la mano y me da la espalda.

Se dirige a los muebles para coger el botiquín. Lleva el mismo pijama que ayer por la noche, el lila. Su pelo está muy ondulado y llega por la mitad de la espalda, lo tiene tan bonito... Niego con la cabeza. Me fijo un momento en su culo y me recuerdo que no tenía ganas de follar ahora, pero ese pensamiento ha cambiado. Me muerdo el labio inferior.

—¡Aah!

Rebeca se da la vuelta y me mira alarmada.

—Tranquila, ha sido el labio. —balbuceo como puedo por el dolor.

Lo mira un momento y coge el maletín. Lo abre y empieza a mojar el algodón con los líquidos esos odiosos de nuevo. ¿Cuentas veces me ha limpiado heridas? Soy un desastre.

No me impide/ TerminadaWhere stories live. Discover now