Capítulo II

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-Narra Amy-

—Gracias por las flores... ¿Rosas? ¿Cómo las has encontrado?

—Bueno, el que tu tono sea no tan común no implica que en las flores ocurra igualSarcastico, grosero... ¿por qué me gusta alguien como él?

—Tonto —Golpeo su pecho de juego y me aferro a él, rodea mis hombros abrazando y pegando más nuestros cuerpos...

No quiero que pare...no va a parar...

¡SPLASH!

Hago movimiento brusco enderezando mi espalda sobre el respaldo de la banca... ¡wou! Me quedé dormida...sollozando...maldita sea.

El ambiente juega conmigo porque creo ha pasado mucho pero el sol sigue bajando lentamente. Me paro tomando mis pertenencias y veo gente en el lago, a sus orillas, muy asombrada, ¿o están asustadas? ¿qué pasó?

Camino un poco viendo que, lo que sea que está dentro del agua, está ahuyentando a los patos; los niños señalan y uno que otro adulto pide ayuda. El ruido de la caída y el agua salpicar fue el que me han despertado, es lo más seguro.

La gente despabila y yo observo el agua, un bulto se mueve con cierta agilidad y veo se dirige a una de las orillas cercanas a mí, al parecer la persona que haya caído por la razón que fuera puede sola, «Sí, Amelia, estabas a nada de ir a ayudar...claro»

Más agua salir del lago hacia el césped, la persona en cuestión es... ¡¿Qué!? ¡¿Es una broma?!

—¿¡Silver!? —Mi sorpresa es descomunal, mis facciones se han alargado de impacto.

Corro hacia la orilla gritando aún más su nombre. Él sale por completo del agua y aprieta sus mechones de la frente para intentar secarse un poco; nota mi presencia y sólo se limita a sonreír de manera cálida pero con agotamiento en el rostro.

—Con que tú, Amy...vaya que será interesante —musita y expulsa con asombro, ¿De qué habla?

—Silver, ¿qué haces aquí? —Pregunto a la par de agacharme a su altura y extenderle mi mano para ayudarlo a levantarse, la acepta y se sacude un poco al estilo canino, ¡Kya, me salpica!—. Si estás aquí...es por, tu futuro, ¿no?

—Nuestro futuro, Amy —Corrige todavía quitándose el agua de los guantes y los zapatos—. No creí iba a parar aquí...aparecí en el cielo y caí al lago, ¡qué locura!

—Qué locura la mía de tenerte aquí —expulso con risa, sí...es risa de nervios por lo que sea que vaya a contarme—. Venga, sentarnos y hablar de lo que sea.

Sigue mi paso hasta la banca en la que hace minutos estuve sufriendo y hasta durmiendo; nos sentamos distanciados, dado que todavía sigue mojado.

My Name is Rose (Shadamy)Where stories live. Discover now