Corregir el pasado

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Teddy y Alph no hablaron entre ellos mientras volvían a la época de Tonks. Estaban entretenidos pensando en cómo podrían arreglar lo hecho, que, por lo pronto, debían llegar varios minutos antes que sus otros yo. Intentaron no llamar la atención cuando pasaban por los pasillos. Al llegar al recodo en el que se escondieron, buscaron algún escondite cercano. Justo al otro lado del pasillo, habían una taquillas viejas, Ted trató de forzarlas pero tardó un poco. De pronto, Alph tuvo una idea y se fue corriendo, dejando a su amigo plantado.

Alph volvió sobre sus pasos y llegó de nuevo a la oficina del profesor Longbottom. Según sus cálculos, llegarían en tres minutos. El rubio buscó un escondite entre los trastos que había y aguardó la llegada de ellos mismos. Se reajustó el ángulo, ahora ve la sala perfectamente por un hueco que encontró en los muebles.

Sonó una leve explosión, como él recordaba. Los tres, profesor y alumnos, aparecieron de la nada. Alph cogió su varita y los apuntó desde el agujero, mientras susurraba:
Petrificus Totalus.
Entonces, salió de su escondite y miró a su amigo, al profesor y a sí mismo, quedándose abrumado por un instante. Entornó los ojos buscando algo que pudiera usar. Bingo. Los tapó con una tela que estaba tendida por el suelo y volvió a hablar:
– No sé usar del todo bien este hechizo, en 5 minutos volveréis a la normalidad– les explicó–. Pero no debéis haberme visto– se dijo sonriendo–, especialidad de la casa, Obliviate.

Después de su espectáculo, llegó corriendo al pasillo en el que se encontraba Teddy. Lo cogió de la mano y tiró de él. Los dos recorrieron los pasillos hacia el sitio en el que habían hallado a James y Remus en 1975. Teddy protestaba mientras corría, no entendía nada. Ya tendría tiempo de explicárselo, por ello le hizo una señal de silencio. Miró a su alrededor, no había nadie y sacó el giratiempos del bolsillo. "¡A 1975!", se dijo en la mente.

Para su sorpresa, Teddy ya no estaba confuso y parecía estar incluso en más alerta que antes. Esta vez, habían llegado unos minutos después que su primera vez aquí, y no era un error. Escucharon el golpe de Teddy contra la chica, después de un rato, las chicas estaban delante suya. Teddy forzó una sonrisa y saludó con la mano. Alice y su amiga estaban perplejas, se habían cruzado hace nada. Alph le dirigió una mirada cómplice que su amigo devolvió, e hizo un gestado para que las chicas les siguieran. Estaban en algún rincón deshabitado del castillo, y cuando se aseguraron de que no había nadie más, Alph les dijo:
– Chicas, Obliviate– dijo mientras agitaba su varita.

Teddy vio entonces la silueta de cuatro estudiantes y se giró repentinamente. Alph los siguió con la mirada, ambos jóvenes asintieron y corrieron tras ellos. Su padre y sus amigos se acercaban al Bosque Prohibido, James y otro chico sujetaban a Remus, un tercero les guiaba. Su padre parecía jadear y aulló desesperado. En ese instante, Teddy se dio cuenta de lo que sucedía, era casi luna llena.

Antes de llegar al lúgubre bosque, giraron en otra dirección hacia el sauce boxeador y la Casa de los Gritos. Ese sitio le provocó un escalofrío al joven metamorfomago, sintió de nuevo como si alguien lo manipulara contra su voluntad. La tarde estaba llegando a su fin y los últimos rayos del Sol se escondían en el horizonte, Teddy vio con sus propios ojos cómo su padre se transformaba en un lobo.

El cambio era gradual pero aterrador. Primero se alargaba su cabeza hasta formar un hocico, mientras que le brotaba pelo de todas partes. Después, sus manos y pies se convirtieron en largas y afiladas garras. Finalmente, de sus ojos desapareció la humanidad y un aullido de agonía rompió el silencio. Entonces, el sauce boxeador le asestó un golpe y el supuesto Remus se abalanzó ferozmente.

A su lado estaba un joven de pelo oscuro, Sirius Black. Él estaba muy serio y miraba a su amigo fijamente. Sobre el hombro de Sirius estaba la mano de James Potter, y algo más lejos se encontraba Peter Pettigrew.
– ¡Sirius! ¡James!– les llamó Peter asustado–. ¡Venid aquí! Ahí es peligroso.
– Yo estaré a su lado pase lo que pase– respondió Sirius decidido.
– Él no nos hará nada– dijo James esperanzado–, confío en él. Tú también deberías, Peter.

Peter acobardó, pero aún así avanzó y se puso al lado de sus dos amigos. Con ellos estaba el profesor Dumbledore y la profesora McGonagall, ambos con las varitas preparadas. Los dos estaban tan serios como los jóvenes. Estaban atentos y velaban por la seguridad de los tres.

Teddy se alegró por su padre. Verdaderamente tenía amigos, amigos incondicionales. Sonrió para sí, él también los tenía, y también tiene a su abuela y Harry. Echó otra mirada, había otro chico escondido detrás de un árbol en frente suya. El estudiante tenía un lacio pelo negro y vestía la bufanda de Slytherin, era Severus Snape. Severus no parecía amistoso, en su mirada se distinguía el odio y el rencor, pero Teddy no dijo nada.

Alph puso su mano en el hombro de Ted, como si le asegurase su presencia. Su mano temblaba, ¿de miedo o tal vez de sorpresa? El sauce asestó otro puñetazo en la mandíbula de Remus, girando su cara hacia donde se escondían los viajeros temporales. Un diente se desprendió volando y Teddy se apartó de su trayectoria. Por un segundo, la mirada del padre se cruzó con la del hijo y el Lobo se tranquilizó. Teddy estaba atónito, su padre había calmado. El cuerpo del lobo se inclinó hacia arriba y dio otro aullido, pero este era diferente a los anteriores. Este grito estaba lleno de amor y nobleza.

Un tirón volvió a Teddy a la realidad. Alph había sacado el giratiempos y negó con su cabeza: ya es hora de volver. Teddy asintió mordiéndose el labio, ya había visto suficiente. Ya sabía que su padre siempre estuvo en buenas manos.

Teddy Lupin: ¿Quiénes eran los Merodeadores?Where stories live. Discover now