Hufflepuff

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Los alumnos entraron uno a uno por el portón. Se colocaron en línea recta, tal y como Flitwick les indicó. Ted suspiro, es la hora: Gryffindor como su padre o Hufflepuff como su madre o Ravenclaw o Slytherin. Cualquier casa era genial. El sombrero seleccionador fue traído por el profesor Flitwick quien además llevaba la lista de los alumnos. El sombrero se posó sobre su silla y pegó un salto, entonces comenzó a cantar. Después de aproximadamente un minuto, Alphonse nos susurró:
– ¡Es la misma canción que la del 1994!
– ¿Y qué significa eso?– replicó Rika en voz baja–. Tiene un cancionero, ya era deducible.

Pasado algo más de tiempo, Flitwick comenzó a llamar a los alumnos:
– Lucy Anne Adams.
Una chica con rizo oscuros avanzó hasta la silla, se puso el sombrero y en unos imperceptibles segundos gritó:
– ¡Gryffindor!
La mesa de los osados estalló en vítores en señal de bienvenida. Así fueron transcurriendo varias decenas de alumnos de la edad de Ted. Hasta que llegó el turno de Daniel.
– Daniel Oliver Gugan.

El sombrero apenas tocó el pelo de Dan y chilló:
– ¡Ravenclaw!
No pasó mucho tiempo hasta que le tocó a Ted. Avanzó algo nervioso, quería estar en la misma casa que Dan, pero la idea de ser Ravenclaw no le pegaba demasiado. Se sentó y posó lentamente el sombrero sobre su cabeza. El sombrero comenzó a murmurar.
– Esa duda tuya es muy interesante. Gryffindor y Hufflepuff son los más tentadores pero esa contradicción con Ravenclaw tampoco está mal. Mmmm... difícil difícil... mejor... no... bueno...oh... sí...– entonces gritó–. ¡Hufflepuff!

Ted no supo que cara poner. Sus nuevos compañeros, por supuesto, le vitorearon. Avanzó lentamente hasta la mesa con los demás y allí continuó esperando a que terminara la Selección de casas. Los Gryffindor se mostraban especialmente contentos cuando alguien más se les unía. Mientras que Ravenclaw era la casa más indiferente. Llegó el turno de Rika, el sombrero pasó uno o dos minutos murmurándole a la chica hasta que la puso en Ravenclaw, con Dan. Solo faltaban Alphonse, quién era el penúltimo de todos.

Ted rezó por que, al menos, Alph estuviera en su casa. Algo que, al parecer, el sombrero también estaba de acuerdo. Cuando se anunció aquello, Alph le dedicó una sonrisa a Ted. Corrió a sentarse con su amigo y le dijo:
– Mira ese último, es Travis Zabini– un joven de pelo cobrizo se subió a la silla–. ¿Conoces el apellido verdad? Su madre se ha casado unas nueves veces ya. Todos sus hermanastros son de Slytherin– en el mismo instante en el que Alph pronunció su última palabra, el sombrero seleccionador gritó:
– ¡Slytherin!

El Zabini marchó hacia su mesa y cuando nuestro protagonista dio por sentado que ya era hora de la cena, la directora se puso en pie. Se aseguró que todos le escuchaban y habló:
– Por lo primerísimo de todo, he de daros la bienvenida a todos– dijo haciendo un gesto señalándonos a todos–, tanto alumnos que venís a por el siguiente curso como a los nuevos benjamines. He de recordaros que todos los alumnos de tercer año que no han podido traer su autorización para ir de visita a Hogsmeade, tienen esta semana para dársela al profesor de sus respectivas casas– la directora McGonagall se aclaró la garganta y continuó–. Este año, como en los anteriores, está prohibido pasar al Bosque Prohibido, de ahí su nombre... seguramente– todos los alumnos soltaron una risita con la palabra, enseguida todos volvieron a atenderla–. ¡Sin más preámbulo, que comience la cena!

De las mesas vacías, aparecieron de repente miles de manjares. Alph y Ted compartieron una mirada cómplice y cogieron los cubiertos. El tiempo voló y llegó la hora de irse a la cama. Uno de los prefectos de Hufflepuff guió a los alumnos de primer año. Bajaron por pasillos de piedra, Ted pudo oler algún que otro plato en preparación. El prefecto se detuvo ante unos cuantos barriles y se giró hacia ellos, era la primera vez que veía la cara del chico (quien aparte de poco agraciado, llevaba gafas).
– Aquí está la entrada a la sala común de Hufflepuff. Al golpear de cierta manera este barril– señaló uno de ellos, que era prácticamente idéntico al resto–, se abrirá la puerta. Observad. Hel– dio un toque en el barril–, ga– otro toque–, Hu– otro–, ffle, puff– dos más–.

En ese momento, una puerta fundió de entre los barriles y todos pasaron por ella. Una cálida habitación circular apareció tras la puerta. Todo era de los colores característicos de la casa, amarillo y negro: sofás, cortinas, escalones, mesa, sillas, absolutamente todo. El prefecto les fue asignando habitaciones a los alumnos, seis chicos por cada. Ted no se sostuvo sobre sus piernas cuando llegó a su cuarto, pronto cayó rendido del sueño.










N.A.: Capítulo dedicado a @princesadelcorazon

Teddy Lupin: ¿Quiénes eran los Merodeadores?Where stories live. Discover now