Hogwarts

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A la mañana siguiente, cuando James se aseguró de que el ahijado de su padre también estaba despierto, le susurró que le daba el permiso de quedárselo y añadió que si su padre preguntaba por el mapa él no diría nada. Ted se vistió corriendo, odiaba llegar tarde pero se pasó media hora frente al espejo decidiendo su peinado. Finalmente se decantó por el castaño y liso. Al bajar, solo le dio tiempo a beberse la leche y se fue en el coche con Harry y James.

Harry cruzó la pared con James en los brazos mientras que Ted inspiró profundamente antes de lanzarse a correr. Dentro, la visión lo abrumó, había fácilmente más de 400 personas, entre padres y alumnos. Todos sonreían y se despedían. Antes de subir, Harry le dio unos cuantos galeones a Ted para completar su desayuno.
– Y recuerda– le aviso su padrino–, si tienes preguntas existenciales puedes escribirme, también si son dudas de clase.
– Pero papá es un mantecado– repuso James, se encogió de hombros como si fuera de lo más normal.
– ¿Quieres decir mentecato?– lo corrigió Teddy.
– ¿Podrías repetir, James?– interrogó Harry, tirándole amistosamente de la oreja–. Es que con todo el ruido no te he escuchado.
–He dicho que papá es un mantecado y ahora también eres sordo. 

El pequeño James agitaba la mano cuando todos ellos desaparecieron de la vista de Ted. Dentro del Expreso, unos chicos de unos 14 años le guiaron hacia los asientos en los que se encontraba el hermano de primer año de uno de ellos. Al encontrarlo, los chicos mayores se fueron y el pálido niño de su edad se presentó:
– Soy Daniel Gugan, ¿y tú?
– Soy Edward Lupin, llámame Ted– respondió él.
– Encantado.

Daniel se dedicaba única y exclusivamente a leer y a mirar el paisaje. Cuando pasó el carrito de las chuches, Ted le preguntó:
– Dan, ¿quieres algo? Puedo invitarte.
– ¿Cuánto dinero tienes?– quiso saber su amigo.
– Cuatro... no, cinco galeones.
– Entonces, compremos ranas de chocolate, me encantan.

Gracias a las ranas de chocolate, conectaron un poco más. Dan contó que su hermano de tercer año era de Ravenclaw, al igual que su padre, y él también tuvo esa influencia. En ese momento deseó simplemente que le tocase en la casa de su compañero. A Dan le fascinaba Pociones y comentó que su hermano le enseñó unos cuantos experimentos. Cuando más o menos dejaron de hablar, fue cuando llegó un chico de rasgos finos.
– Soy Alphonse Urquart. Vengo a comunicaros que estamos a punto de llegar, así que tenéis que cambiaros a las túnicas.

A Ted le sonaba el apellido del chico por lo cual preguntó:
– Una fregunta– pregunta, dijo con la boca llena–, ¿tienes parentesco con alguien famoso?
– Agg, sí– contestó Alphonse como si fuera una maldición–. La directora McGonagall es mi tía abuela. Odio serlo la verdad.
– ¿Por?– preguntó Dan curioso–. ¿No sería genial conocer personalmente a un director del mejor colegio de magia?
– Siempre y cuando no te diga «Alph tienes que hacer tal y no debe hacer cual»– repuso Alphonse poniendo los ojos en blanco.

Al bajar del Expreso, un gigante de unos 2 metros de altura los condujo por otro camino, atravesando el algo en barquitos de cuatro. Los nuevos amigos se sentaron y una chica se acercó:
– ¿Está ocupado?– preguntó echando un mechón de su pelo detrás de la oreja.
– No, siéntate tú si quieres– ofreció Alphonse.
– Ah, soy Rika Tsukishima– se presentó–, soy japonesa.

Desde los barquitos, Hogwarts parecía imponente, elegante y orgulloso. Al entrar, era simplemente asombroso, estaba decorado hasta la mínima esquina, había fantasmas volando y las escaleras se movían de un lado a otro. Al llegar a la puerta del comedor, el profesor Flitwick les contó un poco sobre lo que debían hacer cuando fueran llamados para ser seleccionados por el sombrero seleccionador. Entonces, Rika chilló:
– ¡¿Ted?! ¡Tu pelo!

Ted se percató que, con la emoción, se había olvidado de su pelo, el cual había vuelto al azul. Ted se lo revolvió un poco hasta tenerlo del mismo tono que al inicio del día. Mientras que todos le miraban asombrados. Pero Flitwick se aclaró la garganta, volviendo la atención hacia él.

Finalmente, el profesor abrió las puertas del comedor, el resto de alumnos estaban sentados mirándolos. Su primer año de Hogwarts comienza en este momento.








N.A.: Este capítulo de lo dedico a KatheEli  y I_love_piza  , habéis sido los primeros que me habéis petado a comentarios y eso me conmovió muchísimo. También habéis sido muchas veces quienes habéis sido las primeras en votar.
Los siguientes capítulos serán dedicados a los dos primeros usuarios en votar, trataré de no repetir siempre los mismos

Teddy Lupin: ¿Quiénes eran los Merodeadores?Where stories live. Discover now