Incidente en Vuelo

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Aquella tarde, Ted y los Hufflepuff tenían Vuelo, la clase más esperada sin duda alguna. Los nacidos de magos siempre deseaban la clase, desde antes de empezar el curso, y los nacidos de muggles en cambio empezaron a gustarle Vuelo cuando la dieron por primera vez. La señora Hooch se retrasaba y los alumnos seguían esperandola en el jardín principal. Hacía algo de frío y algunos se quejaban. Ted y Harley, quienes eran los más sobresalientes de la materia, decidieron salir con sus escobas a buscar a la profesora.

Teddy sobrevoló el edificio principal y descendía un poco en los patios, sin éxito ninguno. El castillo de piedras oscuras parecía distante y el viento le golpeaba en la cara. Ted miró a lo lejos, divisando el pueblo de Hogsmeade, el cual le causaba escalofríos pese su aspecto risueño y cálido. El pueblo le recordaba demasiado a Mulciber, todavía veía a veces su deformada y asquerosa cara ordenándole hacer cosas crueles en Hogsmeade. Agitó la cabeza, debía volver, puede que la señora Hooch haya llegado.

En efecto, la profesora ya se había presentado cuando Ted llegó de nuevo al jardín. Pudo deducir que la había encontrado Finn, pues ella no los regañó. Fuera lo que fuese, prosiguieron con la clase. Seguían practicando a elevarse con la escoba, algo que algunos no dominaban todavía. Eso le dio tiempo a Ted para sumir en su mundo. Trató de recordar lo que había hecho mientras padecía los efectos de la maldición Imperius, pero no conseguía nada aparte de un dolor de cabeza.

Algo le hizo salir de sus nubes: Richard, quien se había posado cerca de Ted, estaba cayendo. Ted reaccionó rápidamente y descendió en picado. Se situó a media distancia del suelo respecto al su posición inicial, abrió los brazos y esperó atentamente. No conseguió coger, ni mucho menos, pero pudo realentizar su caída y gracias a ello, Finn sí que pudo socorrerlo. Obviamente, la profesora Hooch estaba contenta con los dos alumnos y les concedió 10 puntos para su casa. Todos los presentes vitorearon a los socorristas pues casi nunca obtenían puntos los de primer año.

La señora Hooch se volvió a ausentar para hacerle un chequeo a Richard, quien si no tenía heridas, debía haberle dado algo, pues es enfermizo y de débil corazón. Teddy se dio unas cuantas vueltas por encima de Hogwarts y divisó por un momento una pequeña criatura. Descendió por curiosidad a ver quién era, pero se lo volvió a pensar: solo podía tan pequeño Flitwick... y Peeves. En efecto, era Peeves. Ted decidió hablar a la distancia, no quería que el poltergeist le volviera a tirar de los pelos.
– ¡Eh, Peeves! ¿Qué haces?

Peeves le miró como si dijera que le acaba de estropear una de sus pesadas bromas, refunfuñando y resoplando.
– ¿Qué quieres, lobezno?–Ted se extrañó, primero era el hijo de Lunático y luego de un lobo. Pero él solo era hijo de una metamorfomaga como él.
– ¿Quién es mi padre para ser yo hijo de Lunático y de un lobo?– replicó.
– Oh, buenas épocas aquellas– exclamó Peeves risueño–. Muchas bromas, risas, los Merodeadores eran los mejores del oficio– describió con gestos de melancolía–. El combo bromista de Cornamenta y Canuto, el bueno de Lunático y el cobarde Gryffindor Colagusano...
– ¿Un Gryffindor cobarde?– Ted jamás había oído de semejante disparate, si los Gryffindor son de Gryffindor por su valentía.
– Oh, sí– afirmó Peeves–. Y un Black Gryffindor también. Los Merodeadores son sumamente especiales. Tu padre era uno de ellos.
– ¿Mi padre? ¿Remus Lupin?– si su padre era realmente un Merodeador, aquel mapa sería de su herencia.
– Sí, tal cual– reafirmó–. Eran Remus Lupin, Sirius Black, Peter Pettigrew y James Potter.
– ¡Pero si James solo tiene 5 años!– gritó asombrado.
– No, cerebro de puré, James Potter, el padre de Harry Potter, el Niño que vivió– chilló en respuesta Peeves.
– Cuéntame más sobre los Merodeadores.

A la petición de Ted le siguió un bombardeo de información. Peeves le contó que los cuatro eran Gryffindor traviesos, bueno Peter lo pretendía; que el padre de Harry conquistó a la madre de su padrino de forma milagrosa, pues Lily lo odiaba al principio; su padre era por su parte, un hombre lobo y todos los meses era escoltado a la Casa de los Gritos (de ahí su nombre); también era la causa de que los otros tres entrenasen la animagia.

Por la noche después de hablar con Peeves, Ted fue a la biblioteca a buscar sobre la animagia, pues era una palabreja que no consiguió entender. Los libros le decían que los animagos podían transformarse en animales y que era un campo de la magia que no se daba en Hogwarts. En la cama lo habló con Alph, a quien le emocionó mucho la idea de aprender y quedaron en ir a la biblioteca los fines de semana para hondar en la materia.

Teddy Lupin: ¿Quiénes eran los Merodeadores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora