Animagia

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A los dos jóvenes les fascinó la animagia por completo. Que el mago conocedor de esta rama pudiera transfromarse a su antojo y que tuviera algo mínimamente distinto del resto de los animales, era completamente alucinante para ellos. Como es de imaginarse, quisieron aprender la arte pero los escritos eran antiguos y algo confusos para ellos. Aún así, siguieron intentándolo, sin mucha suerte,  los sábados por la noche. Solían caer rendidos cuando volvían a colarse en su habitación como si nada hubiera pasado, bueno, en parte es verdad pues no tenían logros. Confiaban en que algún día, todo esto sirviera de algo.

Un sábado de marzo, Alph se dio finalmente por vencido. Habían pasado al menos mes y medio practicando y Ted dio mínimos de resultado: se podía transformar de forma a un tipo de rapaz por un rato. El animal que intercambiaba lugar con Ted era una majestuosa ave de tamaño medio pero ninguno sabía con exactitud qué pájaro era. Decidieron aquella noche en confiar en el profesor Longbottom para que les ayudara.

Bajo la tutela de Neville, avazaron rápidos como la espuma, quien si no sabía transformarse era un gran conocedor de la animagia. Pasada la semana, Alph también pudo cambiar a un elegante gamo. No tardaron en asimilar sus nuevos cuerpos y el profesor les dijo de ir un día para hacer el registro de animagos, ya que era parte de la normativa y seguramente algún agente los esté vigilando. Ya sabido esto, pidieron permiso y enseguida se registraron, los trabajadores del Ministerio se sorprendieron al ver que aprendieron tan jóvenes y tan rápido.
– Debe ser talento– opinaban.

Los primeros días después de dominar la técnica, se burlaron de Travis, quien los miraba con rabia. Pero eso no duró demasiado, pues la directora les prohibió transformarse dentro del recinto escolar. Entonces le tocó al Zabini sonreír.

Una tarde, volvieron a reunirse con el profesor Longbottom en el invernadero para practicar. Cuando llegaron al sitio, el profesor no había aparecido todavía y tardó media hora en hacerlo. Se presentó jadeando, sudando y se apoyaba las manos en las piernas. Tenía la corbata medio puesta y la chaqueta en la mano. Viendo cómo estaba el profesor, decidieron ir a su oficina para que descansara. Alph fue a por algo de beber y Ted se sentó al frente suya pero no dijo nada.
– Ted– habló Neville cuando recuperó el aliento–, no me explico una cosa, ¿por o para qué estáis aprendiendo animagia?
– Bueno– respondió–, los amigos de mi padre eran animagos, me siento más cercano a él ahora... además– añadió, intentando hacer que la tensión desapareciera–, ¿no es muy diver?
– Ted, ¿nunca has imaginado volver al pasado, en el que era un estudiante como tú y ser su amigo?– preguntó como si fuera lo más común del mundo–. Los giratiempos hacen eso, Hermione...

El portazo que dio Alph al volver a entrar dispersó la conversación. Aunque Ted se quedó pensando en las últimas palabras del profesor: había oído hablar de los pequeños aparatos que permiten al usuario rebobinarse al pasado y volver luego a su presente. Pero también conocía que el Ministerio de Magia los había prohibidos y si seguían habiendo lo tendría alguna de las múltiples oficinas bajo las órdenes de Hermione Granger, la mejor amiga de su padrino y la ministra. Desde pequeño, leía sobre la primera ministra mujer nacida de muggles y le fascinaba, a veces hasta el punto que la consideraba su ejemplo de vida.

Volviendo a la frase de Neville, si no se equivocaba, Hermione debería tener uno de esos giratiempos. Tampoco sería de extrañar que tuviera media docena, era la minista y podía, ¿no? Entonces, recordó que Harry le había prometido ir a casa de los Weasley-Granger durante las vacaciones de verano. Si no era una paranoia suya, tendría una posibilidad de hablar con ella y pedirle la máquina.

Por la tarde, se lo comentó todo eso a Alph, quien quiso apuntarse a la aventura. Planearon el cómo conseguirlo hasta altas horas de la noche, el cual se quedó en que ambos pasarán un tiempo juntos en la casa de la abuela Andrómeda y luego los dos irían a visitar a la familia Weasley-Granger junto a los Potter. Les pareció que ya estaba completo el plan y pasaron a pensar en cómo convencer a la señora Weasley, lo cual les llevó el resto de la noche.

Teddy Lupin: ¿Quiénes eran los Merodeadores?Where stories live. Discover now