"Síntomas, y un tren"

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Lennox se despertó con la boca llena de saliva. Su estómago se había levantado, y todo lo que había comido estaba ahora en su garganta.
Se levantó de un salto, con un mareo tan intenso que tuvo que agarrarse al cabecero de la cama.

Lochan aún dormía, no se estaba dando cuenta de nada.

Lennox salió corriendo, con temor de caerse por el mareo que aún le acusaba.
Abrió la puerta, y se disparó fuera.
El baño no estaba lejos, pero en ese momento parecía estar en la China.
Corrió con toda sus fuerzas, tratando con desesperación de controlar las náuseas. Agarrando su estómago, llegó al baño. Se precipitó dentro, y se tiró de rodillas. Abrazo la taza, y vomitó con violencia.
Metiendo la cara dentro, y rompiendose a sacudidas.

Echo todo, hasta las vilis. Se había cansado tanto, que no tuvo fuerzas ni para levantarse. Se quedó allí tirada, con la espalda contra la pared.

—¿Lenny? —la voz adormilada de Lochan la trajo a la tierra de nuevo. —¿Has vomitado?

Levanto la vista, y ahí estaba. Él príncipe de sus sueños.
Tenia el pelo alborotado, y los párpados hinchandos. Estaba guapísimo.
La miraba con los ojos medio cerrados.

—Me muero. Me estoy descomponiendo. Tengo un virus maligno. —dijo Lennox con la voz entrecortada.

Lochan sonrió de lado.

—Solo has vomitado. Habrás comido algo en mal estado.

Lennox negó con la cabeza.

—No. Me estoy muriendo. En serio. He sentido como mi alma quería escapar de mi cuerpo.

Lochan se echó a reír con ganas. Su voz ronca le atravesó el pecho.

—Ayer comiste como nunca en tu vida. Acabaste con la compra de la semana. Es normal que te acabará sentando mal.

Lennox se quitó el sudor de la frente.

—No volveré a comer en la vida. Lo juro.

Lochan entró en el baño. Parándose delante de ella.

—Vamos, levanta de ahí. —dijo tendiéndole la mano.

Lennox le miró con duda, y le tomó la mano. Lochan dio un tirón, y de un golpe abrupto ella estaba de pie. Abrió mucho los ojos cuando un mareo violento la sacudió. Millones de luces de colores estaban en su ojos, y no podía ver nada. Su estómago volvió a rugir, y de un segundo a otro volvía a estar de rodillas, y vomitando.

—¡Lennox! —exclamo Lochan con alarma.

Lennox emitía sonidos guturales, intentando vomitar con más fuerza.

—Lenn, tranquila, respira, no pasa nada.—Lochan estaba arrodillado junto a ella, acariciándole la espalda.

Lennox soltó una fuerte respiración, exhausta.

—Tengo el ébola. Alejate de mí. —dijo con una gruesa voz.

Lochan soltó una pequeña risita.

—Eres la reina del drama, Lennox. Solo es un virus estomacal.

—No. Voy a morir.

Volvió a asentarse. Tratando con todas sus fuerzas de tranquilizar su estómago.

Lochan la tocó la frente.

—No tienes fiebre. —dijo con el ceño fruncido.

Lennox le miró.

—Podemos descartar el ébola.

Lochan volvió a reírse.

—Tuvo que ser algo que tomaste. —volvio a decir.

1. Locas Historias De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora