"Encuentros incomodos y fuegos artificiales"

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Lennox estaba mirando a Lochan.

Sus párpados pálidos estaban cerrados. Aquellas negras y largas pestañas rozaban sus pómulos. Su nariz salteada con mil pecas. Su boca fruncida. Besable. Tan, tan, tan, besable.
Mechones de sedoso pelo azabache caían por su frente. Brillando como seda.

Lennox estiro la mano, y lo aparto.
El pelo resbaló de sus dedos como nubes suaves.

Lennox cerró los ojos.

Acariciando su pelo. Jugando con él. Dejándose llevar por la sensación de paz. De calma.

La mano de Lochan cubrió la suya. Silenciosamente. Pareciendo tímida y cuidadosa.

Lennox no se movió. Dejó que la tocara. Dejó a la venganza en lista de espera. 

Sus piernas estaban enredadas de una forma muy intima.
Sus caderas se rozaban.

Lennox abrió los ojos.

Lochan la miraba. Lleno de tranquilidad.
Sus ojos podían dejarla ciega. Tan azules. Tan azules. Brillaban con luz propia de una extraña manera. ¿Quien nacía con esos ojos? ¿Quien, maldita sea?
No existían las palabras para describir esos ojos. En ningún idioma. Nunca alcanzarían los adjetivos. Siempre se quedarían cortos. Insuficientes.

Nadie decía nada. Nadie respiraba.

Se miraban. Se miraban.

La mano de Lochan estaba siendo cálida en la suya. Una pieza que encajaba perfectamente.

Podría decirle que le quería. Podía decirlo de una vez. Joder. Podía contarle todo ahora. Todo. Sentir su corazón romperse de nuevo cuando él la rechazará. Y entonces podía morirse.

Lochan habló. Por fin.

–Ya puedes odiarme de nuevo. –murmuro.

Lennox se sintió fría por dentro.

–Tú también.

Él sonrió de forma imperceptible.

–Lo siento. No puedo. Yo no.

Lennox le miro cansada. Derrotada de repente.

–Yo tengo que hacerlo. Tengo que odiarte.

A veces Lennox pensaba que el odio era lo único que la hacia seguir. Lo único por lo que vivía. Su fuerza vital. Él ventrílocuo que movía sus hilos.
Lennox creía que sin el odio abría muerto hace ya mucho tiempo.

–¿Porque, Lennox? –dijo con amargura.

Lennox negó con la cabeza.

–No puedo olvidar, Lochan. Lo que le hiciste a Lucy... –cerro los ojos.

Lochan movió el pulgar contra el dorso de su mano.

–Era un niño enfadado. No puedes hacerme pagar toda la vida por algo que hice siendo un niño.

Lennox fruncio el ceño.

–Eras lo suficiente mayor para beber y follar. También lo eras para tener responsabilidades.

Lochan no dijo nada por varios minutos.

–Lo siento. Estoy arrepentido. Lo siento. Lo siento por Lucy. Por tus padres. Por Gine. Lo siento por ti.  –murmuro.

Aquellas palabras golpearon a Lennox en todo el pecho. Como una patada de yudo.
Apenas podía respirar.

Era la primera vez que Lochan se disculpaba. La primera.

1. Locas Historias De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora