"Ojo por ojo, y confesiones"

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Michel esperaba en las sombras de un callejón.
Podía escuchar perfectamente la musica y el barullo que procedía del bar.

La puerta trasera se abrió. Una nueva oleada de música resonó con más fuerza. Nubes de humo ondeando en la noche.

Jim Fire dio un paso fuera.
Michel cargo contra él.

Un rugido sorprendido salio de los labios de Jim. Sus pequeños ojos azules abiertos al completo.

Michel estrello sus puños contra su cara. Le tiro al suelo. Y empezó a destrozarle. Golpe tras golpe tras golpe. Un zumbido llenaba sus oídos. Solo quería pegar. Romper. Hacer daño.

Jim Fire suplicaba. Sus ojos pareciendo adormecidos.

—¡Me obligaron a hacerlo! ¡Me obligaron! —grito lastimeramente.

Michel detuvo el puño a centímetros de su cara. Dispuesto a pegarle otra vez.

—¿Cómo dices? —grazno.

Jim Fire tembló.

—Unos matones me amenazaron con matar a mi familia si no le dejaba fuera de combate.

Michel sintió algo bullir dentro de él.

—¿Quienes? ¿Por qué?

—No conozco sus nombres. Solo sé que son latinos. Pandilleros.

Michel sintió su alma caer.

—¿Pandilleros? ¿hablas en serio?

Jim asintió rápidamente.

—Su jefe había hecho una apuesta millonaria en contra de Josh. Tenia que asegurarse de que perdía.

Michel considero todo aquello.

Josh había sido él favorito del público. Todos esperaban su victoria. Las apuestas estaban a su favor. Quien apostará por su derrota ganaría una fortuna.

—¿Josh tiene algo que ver con bandas?

Jim negó con la cabeza.

—No. Los matones intentaron sobornarle, pero él no cedió.

Michel sintió una punzada de orgullo.

—¿Puedes darme una descripción de esos tipos?

Jim asintió con la cabeza.

Rosa Lopez caminaba rítmicamente por los pasillos del hospital. Sus afilados tacones provocando un tac tac en cada paso.

Su marido la seguía de cerca. No pudiendo seguir a causa de su avanzada edad.

Rosa llego a la habitación 246.
La habitación se su hijo.

Giro el picaporte.

Y ahí estaba Kira. Sin su Josh.

—¿Donde está mi hijo? —pregunto presa del pánico.

—No se preocupe. Josh está en rayos. Ahora mismo lo traen. —le dijo Kira.
—¿Pero esta bien?

Kira asintió.

—Si, señora. No tiene nada grave. Solo es una contusión.

Rosa soltó un gran suspiro de alivio.

—¡Gracias al cielo, hija! —exclamo.

Kira sonrió.

—Me alegro mucho de verla.

1. Locas Historias De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora