"Una discusion sexy y un regreso inesperado."

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(Tyler y Bonnie en la multimedia)

Bonnie estaba cansada.
Sus ojos pesaban como el infierno.
Había tomado tres tazas de café cargado, y se había lavado la cara con agua helada, pero el sueño no se alejaba de ella.
Ella no estaba acostumbrada a despertarse a esas horas.
Eran menos de las seis de la mañana, y ni siquiera el sol había salido todavía.
Y ella era una loca fan de dormir.

Pero hoy la ocasión lo merecía.

Su amiga Lennox volvía de New Haven después de cuatro años.
Nadie la esperaba, y ella no quería que nadie supiera, pero volvía a casa antes de tiempo, y para quedarse.
Se suponía que todavía le quedaban dos años de carrera, pero ella se había graduado en Medicina en la universidad de Yale hacia ya tres meses.
Era algo muy alucinante. Lennox era una real genia.

Y aunque Bonnie estaba muy preocupada por los planes que Lennox tenia en mente, se sentía eufórica con su vuelta.

Tenia la esperanza de que todo volviera a ser como antes de que Lucy muriera.
Que el grupo se completara y volvieran a ser tan geniales como fueron en la secundaria.

Bonnie se aplico una segunda capa de corrector en las ojeras que se negaban a desaparecer.
Su pelo rojo parecía fuego alrededor de su pálida piel. Piel que odiaba. Su nariz estaba salpicada con miles de pequeñas pecas. Pecas que odiaba. Sus ojos castaños -el único rasgo que le gustaba de si misma-, eran demasiado grandes hoy. La falta de sueño los abría mas y los hacia parecer saltones.
Ella resoplo resignada, y encendió el secador.
El aire caliente disparo su melena húmeda hacia atrás.
Ella se puso a luchar con su pelo para que permaneciera liso y sedoso, pero el era divergente y no se le podía controlar.

-¿María?

La voz ronca de Tyler la hizo saltar de susto.

Esté estaba parado en el marco de la puerta del baño vestido solo con unos bóxer de cuadros.
Sus rizos oscuros estaban despeinados en lo alto de su cabeza. Sus grandes ojos verdes estaban hinchados y brillantes. Su boca increíblemente roja lucía apetitosamente carnosa y suave.
Los ojos de Bonnie cayeron en su pecho tatuado y musculoso. Sus caderas estrechas y ese bulto siempre notable en su entrepierna.

No me gusta. Nada de nada. -se decía Bonnie sin mucha convincion.

Ella parpadeo rápidamente, mirando lejos de aquel cuerpo que tanto le gustaba.

-¿Cuantas veces te he dicho que no me llames María? -gruñe Bonnie con creciente molestia.

Las esquinas de la boca de él se alzaron con sorna.

-Nunca dejare de hacerlo, María.

Bonnie sintió sus mejillas calentarse de ira.

-¿Es que nunca te cansas de comportate como un hijo de puta? ¿no crees que ya es suficiente? Me has convertido en una apestada en todas partes. ¿No te sirve con eso? ¿no vas a parar?

Él la miro alzando una ceja.

-Lo haré cuando dejes de existir. Entonces me convertiré en un amor de persona.

Ella respiro hondo, reuniendo paciencia.

-No sé que es lo que he hecho para que me odies tanto, pero no creo que merezca esto.

Él fruncio el ceño, apretando los labios.

-No te confundas, nena. No es nada personal. Es simplemente aversión. Pura y dura. No me caes bien. Y no te quiero cerca. -dijo con tranquilidad.

1. Locas Historias De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora