34 ~ Pedidos

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El brillo en los ojos de Guillermo era realmente escandaloso, no solo por el nuevo color que estos habían adoptado, sino también por la adrenalina con la que se cargaba su densa sangre y que recorría sus venas con velocidad. Se sentía poderoso y débil al mismo tiempo, desorientado pero seguro de lo que hacer, perdido en un sinfín de sentimientos y sensaciones contradictorias entre sí que no hacían más que crecer y crecer dentro de él de forma descomunal. Aún no había podido despegar la mirada de aquella liana que ahora atravesaba la estructura de cristal y dibujaba un perfecto círculo en ella, como tampoco había podido dejar de lado aquella descabellada pero fuerte idea que se había instaurado en su cabeza desde que logró manipular su nueva habilidad.

¡El mismo podía destruir el domo!

Al igual que lo hiso la primera vez, el nuevo elemental verde pensó en Samuel y en su falta de obediencia y una nueva planta volvió a crecer a su lado, atravesando el cristal justo por encima de la anterior liana y haciendo que el domo temblase con insistencia por la fuerza excesiva con la que había atravesado la estructura, cosa que Samuel no pudo dejar pasar. El temblor en sus pies lo hizo tambalear de un lado al otro varias veces, por lo que le llevó varios segundos volver a estar firme, aunque este temblor se repitió una y otra vez, siendo cuatro los sacudones que había sufrido la estructura bajo sus pies. Cansado de trastabillarse con sus propios pasos, el morado se elevó mínimamente sobre el cristal, quedando sus pies al ras de este y teniendo la posibilidad de contemplar los movimientos casi sísmicos de lo que cubría a la Organización; algo lo estaba golpeando y haciendo tambalear, señal de que podría romperse en cualquier momento. El morado desvió los ojos hacia abajo, desesperado por encontrar el motivo del próximo desmoronamiento del domo, y se encontró con Guillermo, quien tenía ambas manos alzadas y dirigidas hacia el espacio de cristal que tenía más cercano, siendo este el causante de los temblores y teniendo ya cuatro potentes y gruesas lianas que atravesaban de forma perfecta el material frente a él. Atónito por lo que estaba viendo, lo único que atinó Samuel a hacer fue crear un pequeño cristal afilado que pronto atravesó su piel por la fuerza de su mano, dibujando una perfecta línea recta que atravesaba su marca verde y que había conseguido que el ex entrenador se detuviese justo cuando estuvo a punto de crear una quinta liana.

-¿Qué crees que haces, Guillermo?- preguntó Samuel mientras se cubría la herida recién hecha con una de sus manos, consciente de que, en algún momento, alguien le había dado un intercomunicador al contrario.

-Lo que tú no, sacarnos.

Guillermo volvió a posicionarse y a fijar sus pensamientos, pero Samuel volvió a lastimar su piel, transmitiéndole así el dolor al de abajo. Ya teniendo que luchar con sus profundos cortes y con el brote de sangre que comenzaba a ser cada vez más abundante, el morado tomó impulso y salió de encima del domo para dejarse caer a los cimientos del mismo, quedando erguido pero adolorido justo del otro lado y a la misma altura que el ex entrenador. Los pies de Guillermo pronto comenzaron a moverse al ver al elementa al otro lado, avanzando rápidamente hacia el cristal mientras Samuel observaba como a la lejanía varios de los malignos que había logrado atrapar entre sus plantas habían caído por la fuerza con las que estas atrapaban sus cuerpos.

-¡Deja de lastimarte!- gritó el ex entrenador una vez estuvo cerca del cristal y entre las lianas que aun atravesaban la estructura.

-¡Y tu deja de generar plantas!- el morado no pudo evitar sentirse extrañado al ver los ojos verdes del contrario.

Borja, Rubén y Miguel habían llegado hacía tiempo a las partes exteriores de la Organización pero ninguno de los tres quiso intervenir en ninguno de los movimientos de Guillermo, permitiéndole al menor actuar y pensar con total libertad y que este hiciera lo que ninguno había podido hacer: destruir el domo.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora