31 ~ Guerra

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Solo fue cuestión de mirarse detenidamente por un instante para que los tres supieran que hacer, siendo Alejandro el que salió corriendo hacia su habitación y los dos restantes a la parte principal de la Organización, lugar donde varios elementales seguían intentando romper el domo. Los sonidos ahogados y quejumbrosos de Guillermo y Samuel al unísono sonando en sus oídos los estaba desesperando, más que nada a Alejandro, quien estaba a pocos pasos de llegar a su habitación. Una vez llegaron a la parte central del establecimiento, el rojo y el verde lograron ver a su jefe sobre sus rodillas y sosteniéndose el abdomen aún estando en la cima junto con figura de su atacante muy cerca suya, señales de que estaba perdido fuerzas de una forma demasiado rápida.

-Siempre queriendo jugar a ser el héroe- Oscar pateó con fuerza la mano de Samuel que sostenía su abdomen, provocando que el dolor viajara rápido por su mano y llegase directamente a la zona que intentaba cubrir; se quejó, al igual que lo hizo Guillermo, antes de terminar de caer –Siempre creyéndote superior- el maligno quiso generar una planta, pero el morado detuvo su accionar si siquiera mover su mano -¡Ustedes siempre fueron así de engreídos!

-¡Deténganse!- gritó Alejandro una vez llegó a su habitación y encontró a los tres elementales de su misma tribu soltando toda su ira contra Guillermo -¡Dejen de golpearlo!- volvió a gritar al notar que ninguno de los cadetes se había detenido.

-¡Nunca nadie pudo hacerles frente porque tienen su jodida marca completa, ¿verdad?!- despotricó el mayor en las alturas, generando una bola de fuego que fue directo hacia Samuel, aunque este pudo detenerla con una masa de agua.

A pesar de estar agotado, a pesar de estar recibiendo golpes por partida doble, a pesar de todo Samuel se negaba a darse por vencido o a asumir que un maligno lo había abatido, por lo que sus pensamientos (quienes estaban controlando a sus habilidades) estaban activos y atentos, logrando defender favorablemente al elemental morado. Y Oscar, desde su lugar y conocimiento, no pudo evitar sentirse todavía más enojado por ello; tenía el poder de la piedra morada, podía controlar los cuatro elementos de una forma realmente impresionante, incluso tenía la fuerza de cientos de malignos juntos, pero aún así no podía atacar correctamente al morado, demostrando así lo que siempre habían dicho sobre ellos: los malignos eran naturalmente más débiles que los elementales, y Samuel no hacía más que echárselo en cara cada que utilizaba sus habilidades mejor que él hasta sin siquiera poder moverse.

Alejandro, como pudo, tomó uno de los brazos de Guillermo y lo posicionó por sobre sus hombros para levantarlo una vez que logró detener a los elementales que lo estaban golpeando, provocando que el cuerpo del ex entrenador cayera con fuerza sobre él una vez logró sacarlo del suelo. Ninguno de los que estaban allí quiso ayudarlo a pesar de que el azul se los ordenó, alegando que ellos no ayudarían a un maligno en bajo ninguna circunstancia, por lo que cuando dio los primeros pasos Guillermo tambaleó, amagando en volver a estar contra el suelo por la debilidad de su organismo. Su rostro estaba totalmente deteriorado al igual que su cuerpo, mostrando un labio partido e hinchado, sangre saliendo por su nariz y boca y uno de sus ojos completamente cerrado y morado, sin contar que su camiseta se había vuelto a manchar a causa de la nueva sangre que brotaba por varios rincones de su piel. Guillermo estaba al borde de la inconsciencia, por lo que Alejandro intentó acelerar sus pasos hacia el hospital, procurando llegar antes de que cayera rendido; no tenía idea de hasta qué punto lo que le sucediese al ex entrenador podía llegar a afectarle a Samuel, pero haría lo posible por evitar que Guillermo siguiese perdiendo fuerzas.

-Creen que por tener una mancha en su brazo podrán pasarnos por encima, pero, ¿sabes una cosa? ¡Eso no es así!- Samuel dejó de sentir los golpes por todos los rincones de su cuerpo, por lo que intuyó que habían logrado encontrar al Díaz más joven –Ustedes no pueden contra nosotros, ¡tu no puedes contra nosotros!- a pesar de tener la oportunidad, el maligno no volvió a atacar al elemental, por lo que este se levantó del suelo con movimientos lentos y torpes por el dolor, dejándolo de pie pero algo encorvado –No sabes la que te espera, Samuel De Luque, no tienes ni idea- el maligno denotaba odio en su mirada, un odio realmente profundo y real hacía el morado –Espero que estés preparado, porque no nos iremos de aquí hasta verte muerto- Oscar se elevó con ayuda del viento y miró al morado desde las alturas –Esto es la guerra.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora