CAPÍTULO IV

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Cuando todo parecía resuelto

El descubrimiento final

En el año 1933, y cuatro años después del descubrimiento de el golpe y la adaptación inmediata, Mercedes Díaz (quien se había consagrado como la científica más respetada e importante de la época) decide redoblar la apuesta y dar un giro extremo al camino de sus investigaciones, centrándolas pura y exclusivamente en una pregunta que había estado rondando sus pensamientos desde hacía varios años.

¿Podría la piedra llegar a tener un único dueño?

Impulsada por su propia sed de conocimiento, y contando con el equipo más capacitado de malignos científicos y guerreros de aquel entonces, comienza con una serie de investigaciones que involucraron tanto a sujetos de prueba elementales como malignos. Los ejercicios y pruebas variaron mucho durante los primeros meses, siendo inestables y poco funcionales a la hora de brindar información, pero con el correr del tiempo la científica Díaz consiguió descifrar el propio acertijo que se estaba planteando y aplicar pruebas y datos realmente relevantes para la investigación. Tras meses y meses de fallo y acierto, y luego de varias muertes de malignos presos y elementales en métodos de carga, la científica y su equipo encuentran la tan ansiada respuesta a la pregunta que no había podido dejar de repetir durante muchísimo tiempo:

Si, la piedra podía tener un único dueño.

Fue así como se abrió paso a la última gran etapa del ciclo de piedras y que culminaría finalmente con las investigaciones acerca de ellas: los herederos.

A pesar de que la científica Díaz y su equipo descubrieron la posibilidad de establecer un único dueño a las piedras en el año 1933, no fue hasta 1940 que pudieron establecerse los primeros herederos y ligarlos directamente a su piedra. En un principio, y como era de esperarse, el comandante Jorge Díaz se negó rotundamente a brindar más sujetos de prueba para la investigación de su hermana, siendo ese el motivo por el cual las primeras ligaduras se atrasaron varios años en aparecer. Sin embargo, y cuando finalmente la científica Díaz tuvo la oportunidad de demostrar de lo que se trataba realmente la ligadura, al comandante no le quedó más que aceptar las palabras y resultados de su hermana y abrir lo que se conoció como "la búsqueda del heredero", una pequeña competencia de habilidad y poder que se instauro dentro del ejército y que buscaba encontrar a la familia más poderosa de cada elemento. En 1941 se dan a conocer, de la mano del mismísimo general y bajo su autorización, el apellido de las familias que tendrían el honor de llevar a los malignos hacia la victoria y de impulsarlos triunfales hasta lo más altos, convirtiéndolos en el ser más poderoso de toda la creación.

La familia Velázquez, con padre e hijo mayor de la familia en representación, fue la primera en recibir la noticia que haría retumbar su apellido por todo el pueblo maligno, siendo los únicos en recibir el honor de poder portar dos piedras distintas en algún futuro. A ellos se les ligó la piedra azul y la piedra roja.

Seguido de ellos, y con uno de los elementales más jóvenes en el ejército, llega a la familia Luna la noticia de que su joven pero habilidoso hijo de diez y nueve años había logrado su objetivo, trayéndole a la familia uno de los reconocimientos más grandes jamás conocidos dentro del pueblo maligno. A ellos se les ligó la piedra blanca.

La familia Torres, quienes fueron los que más dispuestos se mostraron a dar su vida por honrar a los malignos, lograron con su determinación alcanzar el título de herederos de la piedra verde, siendo una de las hijas la representante y responsable de semejante honor.

Y por último, pero no menos importante, la familia Díaz, quienes recibieron la piedra morada como ligadura y que tendrían la posibilidad de dirigir a su pueblo con el poder de los cuatro elementos, estableciendo así la perduración irrevocable de un Díaz en el poder.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora