1 ~ Felicidades

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Samuel caminaba con diversión por los pasillos de la organización mientras tarareaba una melodía que creía saber de memoria, pero que no recordaba muy bien donde había aprendido. Su cuerpo, completamente relajado y limpio por la reciente ducha, se movía con dinamismo mientras se encaminaba a su encuentro con Luzu, contagiando ese aura de tranquilidad y soltura con el que cargaba a cualquiera que se lo cruzase. Todos los doctores y profesionales que habían trabajado con él desde que entró en la Organización afirmaban que el elemental era una persona completamente distinta, alguien que había logrado dejar de lado su sed de venganza para dar paso a una persona mucho más tranquila y comprensiva y con la capacidad de reír hasta de la tontería más grande.

Samuel estaba feliz y cualquiera que lo viera podía confirmar aquello.

-¡Ey, Sam!- saludó Frank una vez que vio al morado entrar al hospital.

-Hombre, Frank- Samuel acercó su mano a la de su mejor amigo y lo saludó con un choque de manos especial, uno que habían inventado cuando niños y que el rojo se había encargado de volver a enseñarle -¿Qué haces despierto tan temprano? Creí que te gustaba dormir hasta tarde- soltó el morado con una pequeña risa escapando de entre sus labios.

Tal y como lo había dicho, Frank amaba dormir y descansar, más después de un arduo entrenamiento como el que habían tenido el día anterior, por lo que le resultaba extraño que este estuviera deambulando por los pasillos cuando el reloj marcaba a penas las siete de la mañana. Aún podía ver alguna que otra lagaña cubriendo algunos sectores de su ojo derecho y sus hombros algo caídos por el cansancio y la necesidad de seguir durmiendo, dándole al rojo una apariencia que se mezclaba entre la enérgica y la agotada.

-¡Y me gusta! Pero hoy es un día especial- Samuel frunció el ceño -¿Me acompañas?

El rojo giró sobre sus talones y movió la cabeza levemente, dándole a entender al contrario que debía seguirlo. Con algo de duda, el mayor comenzó a avanzar tras él.

-Debo encontrarme con Borja antes- acotó el morado sin dejar de moverse –Sea lo que sea que quieras mostrarme, ¿puede esperar?

-Nope- Frank volvió a girar y a encarar a Samuel, ahora caminando de revés hacía su aún desconocido destino –Me levanté muy temprano para esto, así que tengo prioridad.

Samuel rodó los ojos y Frank volvió a caminar correctamente. El morado tenía ganas de seguir preguntando y dejar el misterio de parte de su amigo de lado, pero decidió no hacerlo; después de todo, la situación le parecía divertida. Los números de los consultorios iban en ascenso a medida que avanzaban, subiendo rápidamente sus dígitos y mostrando lo inmenso que llegaba a ser el primer piso del hospital. Entre tanto números dorados contrastando con la madera oscura de la puerta, visualizó el que solía ser el de Guillermo cuando lo conoció, encontrado los números brillosos y llamativos por los nuevos que eran, al igual que la persona que poco tiempo después ocuparía la habitación. Si bien hacía muchísimo tiempo que no pisaba aquel consultorio, ya que el profesional había sido transferido a otro mucho más grande y en una de las plantas superiores, no podía dejar de lado todos esos recuerdos que le traía; allí, y junto a la compañía del menor, había roto las reglas, tomado las decisiones más precipitadas e importantes de su vida y había encontrado un sostén del cual nunca más había podido separarse, una persona que, a día de hoy, seguía significando mucho para él. Siguió con la vista al número ochocientos veinticuatro hasta que no logró seguir visualizándolo, sonriendo inconscientemente por todos los recuerdos que unos cuantos números le traía, tanto buenos como malos. Aunque el que más atesoraba, y por el que ahora sonreía, era haber conocido a Guillermo. Jamás se había planteado que hubiera sido de este último tiempo sin la ayuda del menor. Lógicamente, todo habría tomado otro rumbo y terminado de otra forma, pero, ¿Qué tan cambiado a la realidad sería? ¿Habría escapado alguna vez de la Organización? ¿Se lo habría planteado siquiera? ¿Hubiera estado al borde de la muerte si no hubiera conocido al psicólogo? ¿Hubiera existido otro profesional que lo tratase? Miles de preguntas, ni una sola respuesta.

Tierra y otros elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora