– Yo... –tomé un respiro y cerré los ojos. – Abuela, yo soy...

– Ya lo sé. –dijo y me miró con una media sonrisa.

– Abuela no creo que sepas a qué me refiero. –dije sin poder creerlo.

Ella no podría saberlo, es decir, nunca había traído una chica a casa pero definitivamente había dicho que estaba con algunas.

– Termina. –me pidió.

– Me gustan los chicos.

Ella sonrió. – Ya te dije que lo sabía Jungkook.

– ¿Sabías que era homosexual?

– Por supuesto que sí. –respondió tranquila.

– Entonces tú...

– También sé que Jimin es tu novio. –me dijo elevando sus cejas.

– Bueno, no... eso es, Jimin no es mi novio. –aclaré. – Sólo nos gustamos.

– Entonces además de que se gustan son idiotas. –me dijo tomando un sorbo a su vaso.

– ¡Abuela! –medio grité y ella rió.

– Deberían serlo, él me agrada, sé que cuidará de ti.

– ¿Cómo sabías?

– Te eh criado toda mi vida, eh notado cosas.

– Pensé que lo había ocultado bien.

– Sí, lo has hecho pero eh oído tus conversaciones con Taehyung. –me atraganté con la comida.

– ¡Eso es privado! –grité desesperado.

– Ah, por favor, también fui joven ¿Cómo crees que existe tu papá?

– Bueno, esto se está desviando del punto central. –dije riendo.

– Puedes estar tranquilo.

– No puedes decirle a nadie ¿Está bien? Aún no estoy listo para que todos sepan que me gustan los chicos. Menos papá, creo que no se lo tomará bien.

– Tranquilo, respetaré tu tiempo. –me dijo.

– Pues qué pena chico, porque ya lo sé. –su grueso tono de voz retumbó dentro de la casa.

No quise darme vuelta, no quise mirarlo, sentía el olor a alcohol llegar a mí. Venía totalmente borracho.

– Pa...

– Deja de hablar y ve a la sala de estar. –Hablaba extraño, a tropezones. Pero eso no me importaba, sentía autentico miedo.

Sentí sus pasos tras de mí, así que antes de llegar por completo a la sala de estar me di vuelta.

– Escucha... –no me dejó terminar, me pegó en el ojo, tan fuerte que caí hacia atrás y estuve seguro de haber visto todo negro.  Sentí haber chocado con la mesa de centro y luego di directamente en el suelo.

– ¡¿Escuché bien?! –gritó cuando me puse de pie con mi mano sobre mi ojo adolorido. – ¡¿Mi hijo es un maricón?!

– N-no... no es así. –dije a punto de llorar.

– ¡¿Entonces qué?! ¡¿Qué mierda eres?! –una cachetada tan fuerte que sentí mi labio reventar.

Me quejé por el dolor y sentí el sabor metálico de la sangre invadir mi boca.

– Ya basta. –pedí suplicante y sintiendo as lagrimas inundar mis ojos.

Él me odiaba.

– Mírate... me das asco, llorando como una perra.

Amentiam [Jikook]Where stories live. Discover now