40- Esta vez es definitivo.

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Abrí Los ojos poco a poco, sintiendo que mi cabeza daba vueltas como si estuviese girando en una licuadora. Sentí que estaba dentro de un coche en movimiento, todo estaba en silencio y sobre todo olía muy bien... al ambientador que Leon solía usar en su coche.

Estaba en el coche de Leon.

Entonces reaccioné inmediatamente, incorporándome en la silla, sintiendo como si un taladro se estuviese abriendo paso en mi cabeza.

Lo miré mientras conducía, estaba tan pensativo que ni siquiera había notado que estaba despierta. El solo hecho de verle me inspiraba rabia, ira, descontrol.

¿Cómo había llegado a su coche? ¿Por qué tiene que controlar mi vida de esta manera? Él y yo ya no somos nada y yo misma he dado por terminaba nuestra relación. Él no tiene porqué interponerse. Esta vez tendré que ser fuerte y no dejarme ver la cara de idiota.

—¡Para el coche, Leon! —soné bastante exigente.

Entonces el reaccionó y me miró de inmediato, pero volvió a mirada a la carretera. Sus manos apretaron con fuerza el volante del coche, pero todavía no pronunciaba palabra.

—No. —declaró.

—¡Sí!— le grité descontrolada.

Ya no más. Ya no me manejaría como si fuese una niña pequeña con la que pueden hacer lo que quieren. Su infidelidad me había quitado la venda de los ojos y había logrado que me diera cuenta del engaño en el que estaba con Leon. Decía que me amaba, sí. Pero era capaz de serme infiel mientras supuestamente estaba empeñado en recuperar nuestra relación. Si me quería hubiese podido esperarme. Entiendo que es un hombre pero... él dijo que me amaba.

—¡Te he dicho que no!

—Y yo te he dicho que sí. —dicho esto lancé mis manos al volante y desvié el coche en varias direcciones, Leon tratando de mantener el coche por la carretera.

—¡Vas a hacer que nos choquemos! —gritó Leon desesperado.

El agua de la lluvia caía encima del coche nublando la vista de la carretera, lo único que veíamos eran las luces de los coches y la carretera que estaba por delante, incluso viéndose borrosa.

—¡O te detienes o te juro que hago que nos choquemos, Leon! Hablo verdaderamente en serio. No me importa ni una mierda si quedo viva o muerta. —expulsé, tratando de luchar en contra de Leon y tomar el control del volante.

Era verdad, no me importaba nada.

—¡Maldita sea Natalia, déjalo!— exclamó al borde de un ataque, sorprendiéndome con un duro frenazo que hizo que mi cuerpo se fuera hacía adelante. — !A ver Natalia, estás malditamente loca! ¡Atentaste contra nuestra vida! ¿Qué es lo que te pasa mujer? —me gritó fuertemente, haciendo que de su cuello sobresaliera una vena, su rostro estaba rojo debido a la rabia que tenía.

—¡Si! Estoy completamente loca y tú eres el culpable de todo esto. Ya no me importa ni una mierda lo que pase. No quiero estar cerca de ti. —me quité el cinturón, pero antes de que pudiese abrir volvió a conducir inesperadamente.

—Detente. —exigí, dándole palmadas en el brazo.

—¡Te llevaré a casa! ¡No tendrás que verme más por ahora! —gritó molesto.

—No quiero que me lleves, no quiero estar contigo.

Un desespero había invadido mi cuerpo y me estaba haciendo pensar como una loca. No me importaba absolutamente nada, simplemente no quería estar con Leon y punto.

—¡Eres una puta loca! Joder —exclamó enfadado, gritando como un loco. Conducía el coche a toda velocidad y algo me decía que no íbamos para mi casa precisamente.

—Te odio tanto, maldita sea. —me llevé las manos a la cabeza. Seguía sintiendo que un taladro intentaba introducirse dentro de ella, me sentía impotente y desesperada. —O te detienes o abro la puerta y me tiro —amenacé seriamente.

—No serias capaz —me dio una mirada rápida.

Lo miré desafiante antes de abrir la puerta del coche y escuchar la bocina de otro coche y ver como se corría hacia un lado.

—¡Cierra la puta puerta, Natalia! —intentó alcanzarla sin quitar la vista de la carretera.

—Detente. —grité.

Entonces se detuvo en un desvío. La lluvia seguía cayendo exageradamente.

Me bajé del coche con suprema rapidez y comencé a caminar hacia la carretera sintiendo las gotas de lluvia caer sobre mi cuerpo.

—¡Natalia! —gritó Leon

No contesté y seguí caminando. Sin darme cuenta, comencé a llorar.

—¡Natalia! —Leon me alcanzó para sujetarme del brazo. —Yo nunca te he sido infiel. Fue una jodida broma de Ruth, un plan de ella para arruinar nuestra relación, Puedo jurártelo Natalia —exclamó, sujetándome con fuerza pero yo no le miré.

—No me digas mentiras, estoy harta de ti —dije. — ¡Harta! —añadí con desesperación.

—No son mentiras. Te amo y no sería capaz de serte infiel, jamás se me ha pasado por la cabeza. Solo tengo ojos para ti y con la única mujer me que nace estar es contigo. No puedo fijar mis ojos en otra chica que no seas tú, simplemente no puedo Natalia. Te amo más de lo que debería. En mis fuerzas no está dejar de amarte, es que... no puedo.

Cerré los ojos.

—Esta vez no Leon. Esta vez no voy a caer en tus mentiras. No voy a... a... a acceder a seguir siendo tu maldito juguete con el que puedes hacer lo que quieres, al que puedes manejar como se te dé la gana. ¡Me cansé de ser una tonta que te perdona y que aguanta tus amenazas! Te la pasas advirtiéndome sobre lo que puede pasar si decido hacer mi vida aparte de la tuya. Me atemorizas y atormentas de una manera tal vil, Leon. Eso no es amor, eso es una puta enfermedad que tienes que sanar. —me volteé para mirarlo. —Creí que te amaba pero no sé si ese amor siga tan fuerte como antes. Te has encargado de dañar todos mis sentimientos, de convertirlos en odio y rencor en contra de ti.

—¿Piensas seguirle el juego a Ruth? —preguntó destruido. —Piensas seguir creyendo en ella cuando lo único que quiere es separarte de mí. No puedo creer que confíes más en ella que en tu propio novio. —intentó tomarme de los brazos.

—Mi ex novio. ¡EX NOVIO! Porque tú y yo ahora no somos nada Leon Goretzka y espero que te quede claro que no volveré a ceder ante tus actitudes y amenazas. Esta vez es en serio. —de un paso atrás. —Hemos terminado y esta vez es definitivo.

—Natalia— intentó acercarse.

Extendí la mano y justo un taxi paró en medio de la lluvia, miré por última vez a Leon quien seguía sujetándome del brazo. Me solté de su agarre y me monté, cerrando la puerta con seguro.

—¡Natalia! —golpeó la ventana, pude ver que lloraba aunque la lluvia cayera encima de él. —Natalia no me hagas esto por favor, Yo te amo. —exclamó.

El hombre aceleró dejándolo atrás.

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora