38-Fiesta de Max y Ruth está loca.

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  —¡Natalia!—exclamó Max, dirigiéndose a mí. —Pensé que no vendrías.

—Lo siento. No puede contestar tu mensaje.—expresé, dándole un abrazo. —Feliz cumpleaños.

—Gracias Nat. Ven, vamos. —tomó mi brazo y comenzó a caminar hacía adentro.

Había muchas personas bailando y tomando alcohol. Alrededor de ellas había unas mesas en las cuales algunas personas conversaban.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó, apartándome una silla para que pudiese sentarme.

—No, gracias.— me senté.

—¿Y Leon? Es un milagro que estés aquí.—tomó un sorbo de su copa.

Bajé la mirada al recordar aquel mensaje que había encontrado en su celular, además de todo lo que perdí en aquella finca.

—Lo siento— oí decir a Max como si hubiese leído mis pensamientos. —Estás molesta con él.— afirmó.

—Sí.—contesté sinceramente.

—Bueno... Aquí viniste para olvidarte de ese idiota. No pienses en él, ¿Vale? —me sonrió.

Asentí.

—¡Natalia!—escuché la voz de Ruth. —Te estaba esperando.— se sentó a mi lado y me abrazó.

—¿Por qué? Nunca te dije que vendría.

—Pensé que tendrías un buen detalle con Max después de todo lo que ha hecho por ti.— hizo una mueca.

En su mano derecha traía una copa de whisky.

—Bueno... Eso es verdad.— miré a Max y sonreí.

—Bien.— se levantó de la mesa. —Iré a recibir a las otras personas. Vuelvo en unos minutos.

Lo vi alejarse entre la gente.

—¿Qué tal todo con Leon?—preguntó curiosa.

—Mal— negué. —Creo que nuestra relación no da para más.

Ruth me miró de reojo mientras bebía de la copa.

—¿En serio?

—Sí, creo que ahora si hemos terminado definitivamente.

—¿Por qué? ¿Te violó? ¿Te hizo algo malo?

Tragué saliva, sintiéndome ahogada. Mis ojos comenzaban a aguarse.

—Me traicionó con otra mujer.— solté en un susurró.

Ruth se quedó mirándome por un momento. No parecía sorprendida.

—Mi hermano no te merece.— negó y tomó otro sorbo de la copa. —Lo mejor es que te alejes definitivamente. Yo sé cuál es la solución para que no tengas que verlo nunca más e incluso no pueda acercarse a ti.

—¿Cuál?— pregunté, frunciendo una ceja.

—Denúncialo por agresión.

—Leon nunca me ha pegado.—exclamé.

Ruth me miró.

—Natalia... — tomó mis brazos con sus manos. —Eso solo lo sabemos tú, Leon y yo. De resto todos saben lo posesivo y agresivo que puede llegar a ser... No sería difícil creer que te golpeó. —se encogió de hombros. —Si lo denuncias, estoy segura de que no podrá acercarse a ti nunca más.

Me quedé impactada por la propuesta que Ruth había hecho. Me estaba pidiendo que mintiera, que dijera que Leon me había golpeado. Él jamás me había hecho un rasguño. Era una locura.

—No tengo como justificar lo que estás diciendo.

—Claro que sí. —chilló. —Le diremos a alguien que te golpee en la cara, que te deje algunos morados en el brazo y todo está arreglado.

—No. —exclamé. —¡Estás loca Ruth! Yo no sería capaz de hacer eso. ¿Te estás escuchando?

—Es la única manera con la que puedes quitarte a Leon de encima. Natalia, no es tan mala idea. Ni que lo fueran a encarcelar.— rió sin gracia.

—De todas maneras no puedo hacerlo. —me crucé de brazos. —Es una locura y yo no estoy dispuesta a mentir de esa manera. A la policía, a mis padres, a los tuyos y a Leon Por dios. —me atemoricé de solo pensarlo.

—No seas idiota, Natalia.— Ruth se levantó de la silla. —Es la única solución que tienes. Créeme que yo sé muy bien de lo que hablo.

—¿A dónde vas?— pregunté.

—Iré a traerte un trago.

Dicho esto, se alejó rápidamente hacia la mesa en donde tenían las bebidas, dejándome sola en la mesa.

La proposición de Ruth me había dejado de una pieza. ¿Mentir e incriminar a Leon en algo que él no había hecho y que seguramente no sería capaz de hacerme? No... para hacer semejante cosa tendría que estar mal de la cabeza.

Mi respuesta seguiría siendo un no rotundo.

Miré hacia la gente que estaba bailando, y entonces mi mente se perdió en los acontecimientos que habían sucedido en la finca. Los besos de Leon se habían sentido tan bien. Recordaba cada caricia y cada toque que le había dado a mi cuerpo, haciendo que mi piel se erizara. Cuando salió desnudo de la casa, sin importarle la presencia del taxista... eso fue épico.

Solté una gran carcajada.

—Aquí tienes.— Ruth me entregó una copa. —¿Qué es tan chistoso?

—Nada, Nada. —negué y olí la copa.

—¿Qué? —preguntó Ruth, mirándome atentamente.

—Nada... ¿Qué es?

—No preguntes tanto y tómatelo.

Me encogí de hombros y bebí todo el contenido de la copa, mientras Ruth me miraba con ansiedad.

Me quedé platicando con Ruth por unos largos minutos de cosas que no comprendía muy bien, luego comencé a sentirme mareada, no tenía los pensamientos ordenados. Mi vista comenzó a ponerse borrosa.

—Me siento mal, Ruth. —espeté.

—Llamaré a Max.— algo distorsionado vi que Ruth se levantó de la silla y fue en busca de Max.

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaWhere stories live. Discover now