36-Pérdida.

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—Leo...— sus labios se estrellaron contra los míos, interrumpiéndome.

Me besó apasionadamente, mi cuerpo comenzó a temblar de emoción. Pasó su lengua por mi labio inferior, haciéndome gemir. Aprovechó la oportunidad para meter su lengua dentro de mi boca. El beso fue posesivo, agresivo. Volvió a bajar a mi cuello y siguió deslizándose en la cama, dejando un camino de besos hacia mis pechos todavía cubiertos por el pijama.

—Natalia— metió sus manos dentro de mi sujetador y masajeó mis pechos mientras su pulgar acariciaba mis pezones placenteramente.

—No... Leon— me retorcí de placer.

—¿No?— preguntó.

Abrí los ojos para mirarlo. El placer que sentía era incontrolable, no podía resistirme a sus caricias. Me hacía sentir débil. Poco a poco todos los pensamientos de guardarme virgen iban desapareciendo, aunque sabía que estaba mal.

Bajó sus manos por nuestros cuerpos hasta llegar al borde de mi pijama, me la quitó sin ningún problema. No me interpuse a que lo hiciera, eso fue lo más extraño de todo.

Se hizo a un lado y quitó el pantalón de su pijama. Mi cuerpo temblaba y sentía que en cualquier momento iba a desmayarme. Mi corazón latía con fuerza y mis manos estaban sudorosas.

Se puso encima de mí nuevamente y me besó salvajemente. Comenzó a desabrochar mi sujetador, mis manos estaban colocadas en sus brazos, apretándolos con fuerza.

Confiaba en él.

Y la verdad es que aún no estaba completamente segura de lo que iba a hacer. Estaba en una batalla conmigo misma en donde hacerlo con Leon iba ganando. Era el momento, la pasión y sentimientos que hacían que mi mente se nublara.

Cuando mi sujetador estuvo en el suelo, él se inclinó para besar mi clavícula y su lengua se movió hacia abajo hasta llegar a uno de mis pezones. Se lo metió en la boca y comenzó a chupar.

Cerré los ojos y abrí la boca para expulsar un gemido. Arqueé mi espalda llena de placer hacia él.

Sentía que ya no podía dar marcha atrás. Al fin y al cabo el deseo me había invadido por completo, quería saber lo que se sentiría estar con él por primera vez. Y tan vez era un error lo que estaba haciendo pero el placer me estaba cegando.

Volvió a subir a mis labios, frotando su pecho caliente contra mis pechos. Durante unos cuantos minutos más seguimos besándonos, hasta que él se hizo a un lado, acompañado de las sábanas para así quitar su bóxer y sacar un condón de su pantalón.

Respiré agitada, al mismo tiempo que asustada.

Dirigió sus manos hacia mis bragas para así bajarlas lentamente. No me opuse, pero tampoco le miraba a los ojos. Sentía un poco de vergüenza, todo esto era nuevo para mí. Cuando estuve desnuda por completo, se me quedó mirándome descaradamente. Tragué saliva.

—Eres tan hermosa, Natalia— susurró.

Se colocó encima de mí y presionó sus labios contra los míos mientras sus manos sostenían mi cara delicadamente. Estaba desnudo encima de mí, su dureza presionaba sobre mis muslos. No tenía palabras para describir lo bien que se sentía el contacto de nuestros cuerpos desnudos.

Comenzó a entrar poco a poco en mí. Se mordió el labio. Me puse tensa, un dolor me invadió.

—¿Quieres que me detenga?—preguntó preocupado.

Negué, ya que no era capaz de hablar. El dolor seguía presente pero quería que siguiera haciéndolo. Siempre supe que la primera vez era dolorosa, pero no pensé que se sentiría así.

Él siguió empujando dentro de mí, hasta meterse completamente en un rápido movimiento.

—¡Le-Leon!— solté un grito de dolor.

Bajó su cabeza y fue a mi cuello para besarlo, distrayendo el dolor que sentía.

Él comenzó a moverse con cuidado dentro de mí. Luego de unos segundos, el dolor comenzaba a irse, siendo reemplazado por una sensación agradable. Continuó embistiéndome cada vez más y más rápido.

Ahora el dolor había desaparecido. Sentía que iba a explotar por dentro.

—Leon— gemí, enterrando mis uñas en su espalda pero sin lastimarlo.

Él se metió más y grité cuando llegué al orgasmo. Una fuerte ola de placer se apoderó de mí. Leon mantuvo el ritmo unos minutos más hasta llegar al orgasmo. Leon cayó a un lado de la cama inmediatamente, nuestras respiraciones eran agitadas.

Miré hacia el techo y suspiré.

Lo habíamos hecho. Había perdido mi virginidad y no había marcha atrás.

—Te amo, Natalia.— escuché que Leon susurró.

Me volteé, dándole la espalda y sentí algunas lágrimas invadir mis ojos. Haciéndome sentir intranquila.

—¿Qué pasa, preciosa?— preguntó Leon, abrazándome por la espalda.

Suspiré y negué.

—No lo sé...— solté, sintiendo las lágrimas recorrer mis mejillas. —Siento un vacío dentro de mí.

Me puso la cobija encima y volvió a abrazarme con fuerza, besando mi hombro con ternura.

—Es normal que sientas eso, Nat, es la sensación de pérdida.— me apretó con más fuerza. —Tienes que saber que siempre estaré aquí... Para ti. Pase lo que pase.— me dio un beso en la mejilla.

Limpié las lágrimas que caían de mi cara, cerré mis ojos y tomé sus manos entre más mías para que así me diera calor.   

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaWhere stories live. Discover now