12-La culpa no es buena

884 70 10
                                    


Suspiré. Rindiéndome ante biología. No podía concentrarme. León estaba en mi mente más de lo que quería admitir, no lo había visto en dos días, no había ido a la escuela. De repente, escuché unos golpes en la puerta, me volví sobre la silla y ví a mi padre entrar, con una camisa y una corbata colgando de su cuello.

—¿Por qué tan formal?— pregunté.

El preguntó al mismo tiempo que yo.—¿Por qué tan seria?

Nos sonreímos el uno al otro.

—No sé la maldita definición de una célula.— susurré.

Se encogió de hombros. —A mí no me preguntes, sabes que no se me dan bien esas cosas.

—Ya.

—Sé lo que te puede levantar el ánimo.— sonrió.

—No.— negué, ya sabía lo que quería decir.

—No sabes ni lo que iba a decir.

—Nati ¿me haces algo de cenar?— imité su voz.

—Tu padre está hambriento.

—Siempre tienes hambre, papá.— reí— De todas formas, no puedo, soy muy mala en la cocina.

—Tengo una solución a nuestros problemas— dijo con voz entrecortada. —La familia Goretzka nos invitó a cenar.

Fruncí el ceño. —Creo que puedo hacer la cena.

—No, no seas tonta, ya acepte. Date prisa y prepárate, tienes diez minutos.— rió mientras salía de la habitación.

—¡Papá!— grité tras él, ¿diez minutos?

¿Cómo se suponía que iba a estar lista en diez minutos? Suspiré, levantándome y abriendo el armario, saqué una camiseta púrpura y unos vaqueros pitillo, procedí a prepararme. Lo bueno del tiempo limitado era que apenas tenía tiempo para pensar acerca de lo que podía suceder cuando llegara a casa de León. Quince minutos más tarde, estaba lista. Bajé las esclaeras donde mi padre estaba de pie frente a la puerta.

—Vamos.— me cogió la mano, sacándome de la casa, cerró la puerta y comenzamos a caminar.

Unos minutos después, estábamos llamando al timbre de su casa. La puerta se abrió para revelar a Barbara la madre de León, sonrió mientras ella nos sonreía, era una mujer bonita y agradable, tenía una personalidad muy dulce.

—Thomas, Natalia, entren.— abrió más la puerta y nos permitió la entrada.

—Hola Barbara, ¿dónde está Geoff?— preguntó mi padre.

—En la cocina. —contestó.

Mi padre suspiró y corrió hacia la cocina. —Ni se te ocurra, Geoff.— gritó.

Ambas nos reímos.

—Hombres.— suspiró ella.

—Gracias por invitarnos.— contesté.

Sonrió. —No me des las gracias. Somos casi como una familia, eres como otra hija para mí.

Sonreí. —Y tú eres como otra madre para mí.— se rió, acariciando mi mejilla.

—Gracias, querida, ahora vamos antes de que terminen con la comida.

La seguí por el pasillo hasta la cocina, cuando abrió la puerta pudimos ver cómo Geoff y mi padre se estaban peleando, y Ruth estaba de pie mirándolos con una sonrisa divertida en su cara.

—Hola Ruth.— sonreí. —Hola Geoff.— agregué.

—¡Hola Natalia!— gritó.

—Ya vale chicos.— dijo Barbara. — Siéntense.— ordenó severamente.

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaWhere stories live. Discover now