8-Te Llevare A Una Fiesta

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—¿Que hizo qué?— Ruth se quedó sin aliento, sorprendida.

—Él... Oh, vamos, no me hagas repetirlo una vez más, te lo he dicho unas cuatro veces.

Se acercaba el final de la clase de matemáticas y el Sr. Staples, era incapaz de controlar la clase. Cada maestro debía saber que nosotros éramos adolescentes, y los adolescentes tienden a desobedecer.

—¡Natalia!

Me volví para ver a Alessandro

Levanté una ceja. —¿Sí?

—Rompiste con León, ¿no?— preguntó.

—Um... —Ruth me salvó de responder.

—¿Y a ti que te importa? Vete a la mierda.— espetó.

Alessandro levantó las manos en señal de rendición.  —Todo el mundo quiere saberlo, acabo de perder la apuesta.

Hablé antes de que pudiera hacerlo Ruth. —¿Qué apuesta?

Él sonrió.  —La apuesta para ver si realmente habían roto o no, parece que es no, es obvio a partir de la actitud del señorito Fiesta.— asintió la cabeza hacia Ruth.

Suspiro. —Sí que hemos roto.

Se echó a reír mientras jadeos y murmullos se hicieron eco alrededor de la clase.

—¿Quieres salir conmigo?— preguntó.

Negué. —No, gracias.

—Vamos, lo pasaremos bien — susurró, tratando de sonar seductor.

—Ha dicho que no. ¿Qué parte de "no" no entiendes?— dijo Ruth entre dientes, de pie, frente a él.

Él la agarró por la cintura, girándola y presionándola contra él.

—¿Y tú? ¿Quieres salir conmigo?

Ella sacudió la cabeza, aturdida debido a que la estaba tocando. —No, no me gusta el compromiso.

Se rió. —Bueno, a mí tampoco.

—Nene, no eres mi tipo. Así que cállate.— Ruth agarró mi mano cuando la campana sonó, riendo mientras se escapaba de sus garras.

—Pensé que te gustaba Alessandro— dije, una vez Ruth me soltó.

—Sí. Para follar.— se echó a reír al ver mi expresión de disgusto.

—Entonces, ¿por qué actuaste así con él?

—Tienes que hacerles saber que estás interesado y una vez que consigas su atención, sentarte y ver cómo se arrastran a tus pies.— rió, nos dirigimos a la siguiente clase.

—Oh. Así que es una de tus tácticas.— asentí, comprendiendo.

—Sí, sí. ¿A qué hora es el almuerzo?— preguntó, frotándose el estómago.

—A la misma hora todos los días.— reí.

Me miró intensamente. —Idiota.

Me reí. —Sí, sí.— dije, imitando sus anteriores palabras.

Entramos en la clase. En todas las escuelas había un profesor que era estricto y aterrador y al que nadie se atrevía a faltarle el respeto. En esta clase, Historia, lo era el Sr. Mose.

El más humilde, estricto, profesor de Historia.

Pero le respetaba, era viejo y tenía mal humor, sin embargo, era un buen profesor. Nadie tenía menos de una B en su clase. Ni siquiera la gente como Alessandro que lo único que sabía sacar era una F.

- Clase, hoy vamos a ir al período 1066...

Y así comenzó la lección.

* * *

Eran cerca de las 6 cuando sonó el timbre, estaba en mi habitación, escuchando música.

—¡Yo abro!— gritó mi padre desde abajo.

Exhalé profundamente, relajándome, cerrando los ojos, imaginando lo furioso que debía de estar León cuando se dio cuenta de que había llamado a mi padre para que me fuera a recoger a la escuela, a mitad del día, fingiendo que me encontraba mal.

La puerta de mi habitación se abrió y abrí los ojos para ver la gran figura de mi padre en la puerta, vi la punta de una chaqueta azul oscuro asomarse.

—Es León.— esas palabras provocaron que el temor se filtrara a través de mí cuando me di cuenta de que León había venido para hablar de nuestra ruptura.

Mi padre se movió a un lado, lo que permitió que pasara León, mi corazón se sacudió dolorosamente mientras lo miraba, él me miraba con una expresión en blanco.

—No hagan nada raro, ¿vale? Al menos no con la puerta abierta, no quiero saber nada, ¿entendido?— bromeó mi padre.

No contesté, no les había dicho a mis padres lo de nuestra ruptura. No quería que me preguntaran, tenía suficiente en la escuela.

—Por supuesto.— respondió León. - Sólo vine a ver si Natalia se sentía mejor.

Mi padre sonrió. —¿No tienes un novio cariñoso?— me guiñó un ojo.

Salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

—Novio. —León repitió el término que usaba mi padre con él. Inclinó la cabeza hacia mí. —¿No se lo has dicho?

Negué, incapaz de evitar que mis ojos se desplazaran a través de él.

—Eres tan... — León negó con la cabeza, apretando las manos en un puño. —Terca

—León, vete.— dije, sin querer oír lo que tenía que decirme.

Sus ojos se estrecharon, mientras me miraba. —¿Qué, no te gusta que esté cerca de ti?— espetó, enojado. —Es una pena.— gruñó, antes de que pudiera responder. —¿Qué es lo que estabas haciendo con Alessandro?

Fruncí las cejas. —¿Qué estaba haciendo?

—Te he preguntado yo antes. Contéstame.

—No estaba haciendo nada.— contesté, molesta.

—Eso no es lo que él y los de tu clase de matemáticas están diciendo.— exhaló, profundamente furioso.

—¿Qué? ¿Les crees?— grité, sentándome.

Me miró fijamente antes de dar un paso adelante. —Ve a arreglarte.

—¿Cómo?— pregunté, confundida.

Su pierna se puso entre las mías mientras se agachaba un poco. Acercó su boca a mi oído, mientras arrastraba pequeños besos por mi mejilla. No podía moverme mientras me sostenía en su puño con fuerza. Me estremecí, arqueando la espalda mientras arrastraba más besos. Mordisqueó ligeramente mi oído y me echó hacia atrás.

—Ve a vestirte, te voy a llevar a una fiesta.— dijo, liberándome.

Lo miré con confusión. Nunca me dejaba ir a una fiesta. ¿Qué estaba haciendo? Me levanté, sólo había una forma de averiguarlo. León se quedó quieto, así que tuve que pasar por su lado.

—Te esperaré aquí.— dijo.

Asentí. —Sí... — bajé las escaleras lentamente, iba a decirle a mi padre que me iba.

León... ¿llevándome a una fiesta?

Todo el mundo sabía como era León conmigo, así que no tendría ninguna duda que estarían sorprendidos.

¿Qué estaba planeando?

EX NOVIO POSESIVO | Leon GoretzkaWhere stories live. Discover now