Quién iba a pensar que el huracán más grande y poderoso de todos, no acababa más que resurgir.
El huracán aún guarda secretos.
«En el punto de mira.»
SEGUNDO LIBRO SAGA H.
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Habíamos quedado en las afueras de la ciudad para evitar cualquier tipo de imprevisto. Mark aparcó el coche en una calle y caminamos hasta un oscuro callejón.
—¿Estás seguro de que es aquí?—Pregunté cuando llevábamos un buen rato esperando y seguía sin aparecer nadie.
El ruso asintió con expresión seria. Había algo que le preocupaba.
Vimos una sombra acercarse sigilosamente. Cuando pudimos ver su rostro me quedé sorprendida. No era Axel.
—¿Aaron?—Dije confusa. Este asintió.
Mark me miró pero no supe interpretar su mirada. Era una mezcla de preocupación e incertidumbre.
—Axel solo hablará con ella.
—No irá sola.—Contraatacó Mark.
—Irá sola y desarmada. De lo contrario, nadie hablará con Axel.
Saqué mi arma y se la entregué a Mark.—Espérame en el coche.
—Una hora.—Dijo fríamente.—Sino iré a buscarla.
Aaron sonrió y asintió.—No le pasará nada a tu chica.
Esta vez fue Mark quien sonrió.—No es mi chica, pero igualmente deberías andarte con cuidado.
Una vez que Mark se fue, seguí a Aaron por el oscuro callejón hasta una puerta oxidada. La abrió y subimos las escaleras que había.
—Pensaba que no volvería a verte, Grace.—Y ahí estábamos después de tantos años. Frente a frente.
Los años le habían sentado bien. Bastante bien, pero no podía olvidar el hecho de estar frente a un asesino. Su pelo castaño ahora era negro carbón como su vestimenta. Y sus facciones estaban bien marcadas.
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—Lo mismo digo.
Axel se acercó lentamente hacia mi.—Y dime... ¿qué es lo que quieres?—Dijo para después encenderse un cigarro.
—Se trata de Joe...—Intenté dialogar con él. Su expresión no fue de sorpresa ni mucho menos, es como si ya supiera qué iba a decirle.—Necesito que me ayudes a sacar a dos niños de su escondite.
—¿Y qué obtengo a cambio?
Fruncí el ceño. Aunque... ¿qué esperaba? ¿qué un asesino me ayudara sin recibir nada a cambio?
—¿Qué es lo que quieres?—Así terminaríamos antes.
—Que borres nuestros datos del FBI.
—No puedo hacer eso... Sois asesinos.
Axel esbozó una pequeña sonrisa.—Te recuerdo que tú también.
Aquel oscuro recuerdo volvió a aparecer en mi mente. Fue un accidente. No quería matarlo.
