Capítulo 28.

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Grace's POV.

Mi compañero de celda estaba sentado en el suelo, tirando una pelota contra la pared, una y otra vez. Estos días atrás su comportamiento había sido más raro de lo habitual. Todos los días llegaba con una herida nueva, ya fuera en el rostro o en el cuerpo y su vestimenta estaba manchada de sangre seca.

—¿Quieres algo?—Me sobresaltó. Todavía no me había acostumbrado a su tono tan frío.

—No.—Respondí de la misma manera.

Esta vez la pelota cayó al suelo y el niño me miró por primera vez en muchos días.

—Cooper va a venir a buscarte.

Fruncí el ceño y continuó hablando.

—Y si yo fuera tú, dejaría que me clavaran esa aguja. Es un consejo.—Se levantó para coger la pelota y volvió a tirarla contra la pared.

¿De qué aguja estaba hablando? ¿Qué iban a hacerme esta vez? ¿Cómo sabía todas esas cosas?

La puerta se abrió de golpe y Cooper entró.

—Vamos, mocosa.—Me agarró del brazo y me giré para ver a mi compañero, cuya mirada era de advertencia.

Cooper me tenía sujeta con más fuerza de la habitual. Me llevó a la habitación en la que estaba Joe.

—Pequeña Grace...—Dijo mientras se levantaba y se acercaba con pasos torpes hacia mi.—Vamos a hacerte una prueba.

—¿Qué prueba?—Dije con tono despectivo.

Joe sonrió y le hizo un gesto con la mano a Cooper. Quien me agarró del brazo y me hizo seguirles.

Joe abrió la puerta trasera de su habitación. No sabría decir si era su despacho o no pues a pesar de la poca luz, tampoco tenía mucha idea de que sitio era ese.

Aquella puerta conducía a otro laboratorio. Esta vez daba más miedo. Parecía sacado de una película.

—Ven, por aquí.—Me guió.

Me sentó bruscamente sobre una de las camillas, las cuales tenían cinturones. ¿Iban a atarme a la cama?

Joe se dirigió al estante donde se encontraban los fármacos y todo tipo de instrumentos mientras Cooper me vigilaba. O al menos, eso parecía.
En cuanto vi que Joe llevaba esa aguja y aquel instrumento metálico, di una patada a Cooper en el estómago.

Ni él se esperaba un golpe, ni yo esperaba haberle dado con semejante fuerza.

—¡Maldita zorra!—Maldijo Cooper.

Joe soltó todo de golpe y se acercó bruscamente hacia mi. Me golpeó una vez. La suficiente como para saber que lo que iba a venir ahora, iba a marcarme para siempre.

Me rasgó el camisón y quedé en ropa interior.

—Ya sabes qué hacer.—Y Cooper se quitó el cinturón.

Primero, volvió a golpearme con él y después, marcó su territorio dentro de mi.

Debí haberle hecho caso. Debí haber dejado que me clavaran la aguja.

—Vamos, pecas. Tienes que comer algo.

Negué con la cabeza. Se me había quitado el apetito. Alix estaba demasiado tenso, como si quiera golpear algo o alguien.

Alix. Saga H2 ✔️Where stories live. Discover now