Capítulo 4.

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Grace había decidido pasar la tarde en la biblioteca para ponerse al día con los estudios y con el último detalle del caso de los rusos.

Se sentó en la última mesa de todas ya que era la única que estaba vacía y sacó su portátil. Hoy había comenzado la misión y pronto recibiría órdenes de Weller.

Levantó la vista y se topó con la de Mark Vólkov.

«¿Qué hace él aquí?» No pudo evitar preguntarse.

Al verlo acercarse, Grace cerró la pestaña y abrió una normal y corriente.

—Que sorpresa Grace.—Se acercó el ruso de pelo negro como el carbón.

—Lo mismo digo.—Sonrió Grace.

—No esperaba verte por aquí tan tarde.—Grace Miró el reloj y se dio cuenta que eran más de las diez.

—La verdad es que se me ha pasado la tarde volando.—Dijo Grace cerrando el ordenador y guardándolo en su mochila.

Mark sonrió. Su sonrisa era preciosa.—Ya somos dos. ¿Quieres que te lleve a casa?—Grace iba a contestarle pero el teléfono de Mark sonó.

Mark rodó los ojos y lo único que escuchó Grace fue un «estoy de camino» por parte de él. Era evidente que quería decir algo más pero se contuvo.

—Lo siento pero me ha surgido algo importante.—Su disculpa parecía sincera.

—No te preocupes, Mark.—Grace le ofreció una tímida sonrisa.

Se despidieron y cada uno se fue por su lado.

La figura musculosa de Mark desapareció en la oscura noche y Grace decidió caminar en lugar de coger un taxi.

Grace metió las manos en los bolsillos de su chaqueta de punto y caminó bajo la luz de las farolas. Todavía no entendía cómo alguien como Mark podía ser el ruso más buscado de todo Estados Unidos.

Grace levantó la vista al frente y vio como la farola parpadeaba, en cualquier momento esas calles se quedarían más oscuras de lo que ya eran.

La farola se apagó y caminó más rápido de lo habitual: Grace no soportaba la oscuridad.

—Vamos, Nick. ¿En serio?—Se oyó una voz al otro lado de la acera. Parecía la voz de Mark.

—Llevamos haciendo negocios dos años, ¿no vas a creerme?—Esa era la voz de Nick.

Grace se escondió en el callejón.

—No. Ahora suelta lo que nos debes.—Habló una voz totalmente desconocida.

—No os debo nada.—Volvió a decir Nick.

—¡Quieto!—Gritó esa voz ronca que paralizó a Grace.—Si Nick dice que no ha sido, es que no ha sido.

—Alix, no me obligues a darte a ti también.—Replicó Mark.

Grace no podía ver nada, no distinguía unas figuras de otras. Solo oía.

—Esta en lo cierto.—Apareció una sombra y una voz nueva.

—¿Alek?

—Ha sido Natasha.

—Joder.—Bufó Mark.—Perdona tío.—Se disculpó.

Grace no sabía de que estaban hablando pero suponía que tenía que ver con su negocio: con la droga.

Decidió salir de ahí y seguir su camino hacia casa, pero un ruido detrás de ella se lo impidió.

Una figura de un hombre bajito y con cierta masa corporal había tropezado con el contenedor. Por cómo se tambaleaba, Grace dedujo que estaba ebrio. Recuerdos del pasado vinieron a su mente y sin pensárselo dos veces, puso su mano entre la chaqueta y el pantalón: ahí llevaba escondida su arma.

—No te acerques más.—Dijo Grace retrocediendo y sin quitar las manos del arma.

—Vamos, bonita.—Volvió a tambalearse.—Solo iremos a mi apartamento.—Se trababa al hablar.

La mente de Grace comenzó a dar vueltas, su oscuro pasado quería salir. Tenía la mano sobre el arma, aún escondida, pero no podía sacarla: los rusos estaban al otro lado.

—No.—Dijo con firmeza Grace. Las manos le temblaban. Solo escasos centímetros los separaban y si, al hombre se le ocurriese una barbaridad, Grace no dudaría un segundo en sacar el arma.

Aquel hombre acortó la escasa distancia con pasos torpes hacia Grace.

—Suficiente, ¿no crees?—Una sombra se recostó sobre la pared del callejón.

Grace apartó la mano del arma.

—Y tú, ¿quién eres?—Preguntó el hombre.

—No quieras saberlo.—Amenazó. El hombre no quería tener problemas así que se marchó.

Grace se giró hacia la sombra. Era Alix.

—No deberías andar sola tan tarde, pecas.—Le dijo cuando el hombre ya había desaparecido.

—Me llamo Grace.—Dijo irritada.

—Y yo Alix. Ahora vamos, te acompaño a casa.—Su tono era imponente. Alix no se andaba con tonterías: no le había hecho ninguna gracia verla en esa situación.

—Se ir sola, gracias.—El miedo había desaparecido del cuerpo de Grace.

Alix sentía confusión y sorpresa a la vez. No entendía como hace unos segundos estaba hecha un flan y ahora hacía como si nada hubiese pasado.

—He dicho que te acompaño.—Alix usó el mismo tono de voz que ella.

Grace no replicó, sabía que sería en vano. Así que, se puso a caminar sabiendo que Alix le seguiría.

Llevaban un rato largo caminando en silencio hasta que Alix decidió romper ese silencio.

—Has tenido suerte, he sido el único que se ha percatado de tu presencia.

Grace frunció el ceño.—¿Suerte?

Alix sonrió de medio lado.—No quieras saber lo que los rusos hacen con los cotillas.

—No estaba cotilleando. Pasaba por ahí, he escuchado un ruido y me he escondido.

—Eso a ellos les da igual.

Grace se paró en frente de su apartamento.—Es aquí.

Alix asintió.

—Ya nos veremos.

Grace subió las escaleras de fuera de su apartamento y cerró la puerta tras de sí. No sin soltar un pesado suspiro.

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El siguiente capítulo será narrado por uno de los dos.

Muchas gracias por los 200k en Hache❤️

Alix. Saga H2 ✔️Where stories live. Discover now