domingo, 21 de agosto. 2016

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A ambos les hubiera gustado poder decir que el mes transcurrió de una madera idílica, sin problemas ni celos de por medio, pero habría sido una mentira demasiado grande, casi obvia.
De hecho, lo fue para Hypatia quien pudo observar todo desde un punto más objetivo.

La cosa había comenzado un día después de que llegara el chico de Corea. Ellos tres habían quedado ese día como una manera de poder reencontrarse. Todos sabían muy bien que de algún modo se habían distanciado.

Estaban todos hablando de una manera parcialmente animada. La más animada era Hypatia, como siempre, pero los otros dos conservaban miradas y una sonrisa en su rostro. Eso le hizo sentirse realizada. ¡Estaban mostrando sus emociones! Pero todo se fue al garete cuando la peruana recibió una llamada.

Algo sorprendida sacó su teléfono dudando de si responder pero al ver quién era la persona que realizaba la llamada una sonrisita se dibujó en su rostro.

                — ¿Quién es? —preguntó Tae temeroso de la respuesta.
Pero, al mismo tiempo, ella respondió:

               — ¡Joshua! —exclamó levantándose para apartarse un poco.
No lo hacía de manera intencional. Realmente le había alegrado un poco esa llamada. Él era tan agradable.

Hypatia pudo ver la reacción de Tae en primer plano. Su cara pareció tener un tic momentáneo y su expresión cambió de golpe a una molesta. Bajó la mirada hasta sus manos, al ver sus brazos tensos, dándose cuenta de que sus manos estaban algo apretadas.
Poco después, se oyó una risa jocosa por parte de Mina y eso pareció terminar con Tae. Sus puños se apretaron del todo y desvió la vista. No le había gustado. ¿Qué estaría pasándose por su mente?

Lo demás fue una sucesión de momentos parecidos. Pero los celos no venían solo de parte de Tae. Otra de las noches, un sábado, decidieron beber un poco y jugar al "yo nunca". Fue una decisión realmente lamentable.

Una de las pregunta hechas inocentemente por la griega incluyeron el haber besado a alguien recientemente. Lo había hecho para poder beber ella pero resultó que Tae también bebió.
Al momento, Hypatia dirigió su mirada hacia su mejor amiga. La reacción le sorprendió. Jamás había visto a una persona que expresara tan poco y, al mismo tiempo, tantas cosas. Su rostro estaba completamente impasible, una auténtica poker face pero, en sus ojos, en el dolor de su mirada, pudo ver sentimientos abrasadores que parecieron quemarle el alma.
Pudo ver la pregunta que se formulaba en lo más profundo de su amiga, algo tan simple y triste como un: ¿Por qué?

Pero, Mina tuvo la oportunidad de devolverle el ataque indirecto poco después. Él hizo la pregunta esa vez. Posiblemente queriendo informarse y tantear el terreno. En su mente, incluso antes de saber la respuesta, ya parecían haber mil maneras de destrozar al universitario.

                — Yo nunca he tenido una quedada próxima a el día actual con una persona del sexo opuesto.

Había sido malditamente enrevesada pero muy acertada. Mina tuvo que beber. Y él, al contrario que ella, no se contuvo de preguntar. Hypatia se sorprendió ante esto. Tae realmente estaba preocupado por el tema de Joshua.

               — ¿Cuándo? ¿Con quién?

Mina, riéndose borrachos aún pudo contestar con astucia.

                 — El juego es yo nunca. Eso no entra.
Y el tuvo que quedarse con las ganas. Pero pronto lo averiguaría. Siendo el siguiente episodio de celos que tendrían.



  
Éste fue el último hasta la fecha. Mina estaba considerablemente arreglada y dispuesta a salir de casa. Hypatia le había ayudado a elegir su atuendo. Quería que fuera especialmente guapa porque le divertida el pequeño juego de celos y amistad que se había creado entre sus amigos.
Lo mejor para su pequeño plan macabro fue la grata coincidencia que ocurrió ese día. ¡Tae se presentó sin previo aviso frente a la casa de Mina! Podéis imaginar la reacción del chico al verla tan arreglada.
Su cara se desencajó en confusión.

              — ¿Vas a...? ¿Por qué tan arreglada? —balbuceó nervioso.
Sus dotes de disimulo parecían haberse esfumado.

               — Ha quedado con Joshua —anunció Hypatia orgullosa —. Cada vez creo más que van en serio.

Los ojos de Tae casi salieron de sus cuencas pero supo contenerse frente a Mina. Lo único que exponía sus celos eran sus puños. Apretados con fuerza. Seguramente hasta dejando la marca de sus cortas uñas en sus palmas.
Mina frunció el ceño negando. La chica de las trenzas sabía que no le gustaba la idea de anunciarle eso a Tae. Sentía una especie de fidelidad aunque se evitaran.

                  — Sabes que solo quedamos
como amigos, gorda asquerosa —se quejó medió enfadada pero con un tono de broma en el final.

                   — Viendo como vas, no lo parece —musitó Tae amargamente.

Hypatia sonrió en su interior. Eso iba como la seda. Pensaba sacar los trapos sucios. Sabía que era malo pero de algún modo quería darles un empujón a que demostraran sentimientos.

                    — ¿Y tú de qué te quejas? Hace poco que besaste a una chica, ¿no? Déjala que viva también.

Y esa fue la gota que derramó el vaso de Perú.

                     — Puedo besar a alguien y seguir siendo amigos, ¿sabes? —susurró Mina al mismo tiempo que avanzaba.
Había visto el coche de Joshua y pensaba marcharse allí mismo.

Hypatia miró a Tae de nuevo. El chico parecía perdido. Miraba, como si estuviera a kilómetros a Mina. Parecía que la anhelaba de una forma que superaba los sentimientos humanos. Un desasosiego parecía haber apoderado de él. ¿Tan mal se encontraba?
Pudo ver cómo Tae hacia amago de ir tras la chica de cabellos negros para detenerla pero algo lo detuvo. Hizo una mueca de dolor, un dolor inconfundible y volvió a su cara neutral.
Fríamente los miró por última vez y se marchó.

Algo le impulsó a seguirlo curiosa de ver cómo se comportaría a solas, cuando no necesitase esa máscara que llevaba. Tuvo una sensación familiar que le hizo recordar a Hamlet pero no recordaba lo suficiente bien la obra como para poder hacer una comparación.

Cuando hicieron llegado a una calle apartada, vacía. Tae se despojó de su autocontrol. Se apoyó contra la pared que sus brazos en puños sobre ella y, con un amargo grito cortado por un sollozo, comenzó a golpearla.

¿Así se sentía? ¿Cuál sería la magnitud de sus sentimientos?







No lo he leído. [Hamlet] Me he basado en lo que nombra Dominik en el principio de Suicide Room.
Cuando lo lea, si considero que no es correcto, lo eliminaré.

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