miércoles, 3 de agosto. 2016

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Había llegado esa misma madrugada sintiendo en su pecho el corazón bombear la sangre de una manera furiosa. Por fin volvería a verla. ¡Se encontraría con Mina de nuevo!
¿Por qué sentía tal anhelo?

Recordaba la noche anterior a la perfección. Había sido su primer beso que él recordara. Pero había sido con una desconocida. La chica le recordaba a Mina, ¿podía eso justificar su acción?
Apretó los labios. Poniendo la situación como si él tuviese que enterarse de que ella había besado a otro que se parecía a él porque le hacía recordarlo... No le haría gracia pero, ¿tampoco se sentía tan mal...? Es decir, lo habría hecho porque pensaba en él pero habría besado a otra persona.

¡Qué ganas tenía de ir a verla! Pero era aún tan temprano. ¿Se alegraría ella de verlo? Suspiró. Sería bonito verla sonreír al verlo, que un brillo se instalara en los ojos de la chica al verlo. Esperaría hasta el mediodía pero no podía contenerse más. Aunque debiera mantenerse alejado de ella. Más podría volverlo loco.






                     — ¡Mina! —gritó Hypatia —. ¡Mina, Mina, Mina! ¡Miiiiinaaa!

La mencionada gruñó refregando sus dedos contra sus ojos tratando de despejarse un poco.

                      — ¿Qué? —espetó secamente. Tenía un humor de perros.

                       — ¿Tú crees que los perros nos odian en su interior pero fingen ser fieles para que nos confiemos y puedan traicionarnos para apoderarse del mundo?

                        — No sé. ¿Tú crees que existen seres a los que consideramos homo sapiens sapiens pero que realmente son menos evolucionados?

                         — Uy, no sé. ¿Por qué piensas eso?

                          — Pensé que quizá podrías ser uno de esos seres menos evolucionados.

La cara de Hypatia transformó su expresión en una de plena indignación. Se había ofendido. Pero, antes de que pudiera responder algo a la que se hacía llamar su amiga, sonó el timbre.
Hizo una mueca y fue a mirar quién podría ser.

La sorpresa fue grande cuando se encontró con el chico que tantos dolores de cabeza le había traído. El amigo de Mina, bueno "amigo". Amigo suyo era. Lo que tuviera con Mina no tenía nombre. Estaba cambiado de algún modo. Parecía más maduro.

                 — ¿T-tae?

                 — ¿Está Mina? —inquirió él al mismo tiempo.
Su voz también parecía más grave. ¿Podría haber cambiado tanto en unas semanas? ¿Qué le hacía Corea a los chicos?

Ella asintió algo confundida aún. ¿Estaría exagerando su reacción?
A Tae poco le importó la confusión de la griega. Entró directamente casi apartando a la chica. En seguida se dirigió al comedor deduciendo que si estaba con Hypatia debería estar ahí.

             — ¿Quién era? —preguntó Mina pensando que se trataba de su amiga, sin ver.

              — Al parecer Tae ha vuelto —respondió él tomando el papel de quien le había abierto.

El cuerpo de Mina se bloqueó. Literalmente sintió como si sus músculos se hubieran quedado petrificados, tensa. ¿Había vuelto? ¡Tae había vuelto!

Se sintió horriblemente ridícula pero poco le importó. Se levantó más rápido de lo que se había movido nunca corriendo su mirada en busca de Tae. Al encontrarlo su corazón sufrió un pequeño traspié desequilibrando sus pulsaciones. Mierda, lo hacía echado de menos.

Tae tampoco se quedaba corto. ¿En tan poco podía haberla extrañado tanto? Una sonrisa se coló entre sus labios finos. Abrió sus brazos por instinto pero no se quedó tirado. Un segundo después, el pequeño cuerpo de la chica se encontraba ente ellos apretándolo con fuerza, escondiendo su cara en el pecho del chico. Tae sintió que un fuego cálido incendiaba sus entrañas. Podría morir allí mismo.
Pasó sus brazos, ligeramente musculados (aunque no demasiado), por los hombros de la chica, ya que ésta era demasiado pequeña, y envolviéndolos con fuerza la apretó contra él. Había estado esperando tanto tiempo por algo así. Ella lo había echado de menos, no importaba el por qué ni la manera. ¡Lo había extrañado! 

Cerró sus ojos y se relajó.

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