jueves, 26 de mayo. 2016

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Habían pasado dos semanas y media sin noticia alguna por parte de aquel traficante, drogata o la mierda que fuera. Tae había estado preocupado, siendo sinceros. Sabía que sus padres no eran lo suficiente responsables para responder a el problema. Para comenzar, se habían metido en el problema en sí.

Si iban a por él entonces él sí estaría en un verdadero aprieto. No tenía dinero suficiente para pagar la deuda. Fuera cual fuera, se trataba de droga debía ser una cantidad de dinero alta. Además, ¿por qué si no mandarían a cobrarla a un chulo como aquel?

Mina había notado el cambio de humor en Tae, más huraño, menos hablador y más cortante. Incluso con ella había comenzado a comportarse así. No había comentado nada porque sabía que era lo mejor pero terminaría preguntándole ya que estaba preocupada por su amigo.

Estaban en el comedor, Mina acababa de volver de trabajar y Tae tenía un tic nervioso con su boli mientras hacía los deberes. La chica, cansada estalló:

          — Vamos a ver, Tae, ¿qué te pasa?

El chico se asustó de golpe dejando caer el boli como si le hubieran pillado cometiendo un delito. Pero se recuperó rápido. La miró interrogante y declaró con voz fría:

            — ¿Qué? No dramatices, ahora todo va bien.

             — Joder. Tae, se te nota. Llevas días en plan el Tae del principio solo que como más cortante y borde. Antes eras indiferente, ahora parece que te caemos mal. ¿Es eso? Si ya no quieres salir más con nosotros está bien... —finalizó la chica bajando la voz.
Aunque tendría que comenzar a dormir sola y nada le podía dar más miedo. Quizá una sola cosa. Perder a la única persona a la que quería tanto. Había perdido a su padre y a su madre. Si ahora también perdía a Tae se sentiría completamente vacía. Quería a Hypatia pero no era lo mismo.

             — ¿Que Hypatia es muy enérgica y demasiado infantil? Sí. ¿Que Troy me recuerda a Joshua y trata de meterse en mi vida cosa que no me gusta? También. ¿Que tú no haces más que darme problemas y  gastos? Jodidamente también. Pero en ningún momento he dicho que me caigáis mal, ¿no?

Mina se quedó callada. Estaba ofendida. ¿Pensaba eso de todos ellos? No era tan malo pero definitivamente le había herido el orgullo. Como si él fuera perfecto. Él no veía nada malo en los demás. Lo único que le parecía realmente algo malo era lo suyo, porque era cierto. Le estaba haciendo gastar más, tenía que soportarla también y vivir con ella. Dios, le debía tanto.

           — Está bien —dijo ella tranquila —. Supongo que no es nada.

Pero no lo había olvidado. Al día siguiente mismo lo arreglaría todo. No pensaba ir al instituto. Haría las maletas mientras Tae no estuviera para evitar preguntas y charlas estúpidas. Iría a casa, dejaría lo suyo y tomaría el dinero equivalente —y un poco más por las molestias —a lo que le había hecho gastar. Iría a casa de Tae, lo dejaría junto a una nota de disculpas explicándole que el dinero era para él y volvería a su casa. Ahí era donde debía dormir.
Debería trabajar más, estaba gastando más de lo que tocaba.

Esa noche, sabiendo que sería la última junto a quien amaba y también sabiendo lo dramático que sonaba aunque no fuera para tanto, se dejó abrazar más fuerte que nunca y se apegó a él tratando de sentirle lo más cerca posible por última vez.

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