domingo, 20 de marzo. 2016

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Se despertó más temprano de lo habitual. Estaba nervioso. ¿Mina habría podido dormir bien?
Se había sentido herido al ver que la chica no confiaba en él lo suficiente. Al menos, eso parecía. Al fin y al cabo trataba de encontrar una solución alternativa que no fuera él.
Pero debía comprenderlo. Ella no tenía por qué depender de él y solo de él. Además, una chica se siente las cómoda con otra chica, al menos de normal.

Se frotó algo brusco las manos contra la cara. Maldita sea. Éste no era él. Tae era un chico sin interés en nada. Tan solo dejaba pasar la vida, era normal suponía. Sin embargo, en esos momentos... Estaba que se subía por las paredes.

— Joder —maldijo antes de tomar su teléfono.

Buscó con rapidez entre sus contactos a la chica que le traía de cabeza. Mina. Al encontrarla marcó sin pensar en que quizá podría despertarla.
No sonó demasiado antes de oír una voz suave.

— ¿Mmh? —murmuró confundida —. ¿Tae?

— Sí. Yo... —de repente se sintió avergonzado. ¿Qué se suponía que iba a decirle? —. ¿Te he despertado?

— Espera.

Se oyó algún tipo de prenda contra otra y luego cómo alguien se incorporaba. Supuso que Mina se había levantado de la cama. Tras algunos pasos descalzos pudo captar cómo una puerta está abierta al otro lado de la línea. Mina debía haber salido de la habitación.

— Estaba algo adormilada pero tenía miedo de dormirme. Así que no del todo, supongo.

— ¿No ha funcionado? —preguntó cohibido. Podría jurar que estaba sonrojado.

— Me temo que no. Pensaba que lo haría. Me sentía las tranquila pero... poco después podía oír su respiración dormida y, aunque trataba de relajarme y pensar que era ella. Solo... no. No podía.
»Escucha, Tae, sé que últimamente no nos hemos llevado demasiado bien y hemos tenido nuestros problemas. También sé que no te he tratado bien. Y quizá he reaccionado mal cuando tú tan solo querías ayudarme. Reconozco que me he equivocado... —la cortó.

No quería oírla disculparse, no quería oír su voz compungida. Estaba bien así. Él también lo quería. Quería protegerla y, ¿por qué no? Aprovechar para estar con ella, dormir con ella y abrazarla.

— Hey, calla. Está bien. ¿Quieres...? —se aclaró la garganta. Mierda —. Podrías volver a intentarlo conmigo si quieres.

Por unos segundos todo lo que pudo oír, o no, fue silencio. Podía incluso imaginarla. Mirando la nada, pensativa mientras se moría el labio. Seguramente estaba pensando en los pros y los contras y dudando entre ser una buena chica y lo que quería hacer. No pudo evitar sonreír. Estaba perdido.
Lo aceptaba. Estaba completamente perdido y enamorado. Se ridículo. Pero, de una manera que le hacía sonreír y le llenaba de calidez y de gozo. Era... pleno.

— Está bien. ¿Cuándo...?

— Supongo que cuanto antes mejor. Necesitas descansar y mañana hay instituto.

— ¿Quieres que vaya yo a tu casa y vienes tú a la mía?

— Creo que ya no quiero estar en mi casa.

— ¿Por qué?

— Solo... ya no se siente bien. Me siento sola y tengo miedo todo el tiempo. Estoy cansada. Quizá solo sea eso.

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