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~Tres meses antes~

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~Tres meses antes~

~Violette~

No existe desgracia humana que no pueda aumentar; en cambio, tiene un término, eso que se llama felicidad.

~Giacomo Leopardi

Hoy es mi cumpleaños número veintisiete. Es una de las fiestas formales en las que todos los empresarios y amigos de papá asisten, es un evento genial para mezclar el trabajo con lo personal ¡Por supuesto!

Está por comenzar la cena, la hora más especial de todas.

Evan está aquí, él es mi invitado principal, aunque igual habría venido. Su padre y mi padre están por cerrar un trato millonario de la próxima colección de modas que será un éxito en su totalidad y mi fiesta forma parte de ese festejo.

Estoy arreglándome para la cena, regularmente uso dos conjuntos en mis fiestas, uno para la comida y el más formal para la cena, suele suceder por los bailes que hacemos al terminar.

Mi padre contrató una orquesta y disfruto mucho eso, más que todo lo demás. La música clásica es algo que me llena en absoluto, sobre todo los Vals. El sentir el ritmo de cada nota e imaginar un baile tan único y cortés como en las películas románticas de Hollywood, se ha convertido en una de mis más grandes aficiones. Por lástima Evan no tiene esas características de chico romántico estilo Hollywood.

¿Saben que adoro de los cumpleaños en octubre?, Que son lo suficientemente únicos para poder usar temáticas. La hora de la cena estará repleta de personas con antifaces al estilo de "El fantasma de la ópera" una de mis obras favoritas. Dudo que en algún momento llegue a madurar, y aún más teniendo a mis padres que lo aprueban todo. Claro que la idea les encantó, será elegante, solo como ellos saben hacerlo.

—Amor, es hora de la cena, no tardes —dijo mi madre abriendo mi puerta mientras me colocaba los pendientes y acomodaba mi cabello castaño con ondas que sobrepasaba más allá de mi busto, siempre me gustaron las ondas, aunque mi cabello es demasiado inestable como para permitirme tenerlas siempre—. ¿Podrías ayudarme con el cierre? Por favor... —asiento mientras giro para dar con su vestido pegado y perfecto.

Mi madre a sus casi sesenta años luce tan espectacular como cuando era joven. Es alta, aunque la rebasé ya por un par de centímetros, su altura sigue formando parte de las muchas atribuciones de belleza que posee. Su cabello es muy oscuro, un negro intenso que resalta demasiado con sus ojos azul profundo. Me confunde el hecho de que mis padres tengan ojos claros y los míos hayan sido totalmente diferentes. Seguro son como los del abuelo, un café amarillento, no me quejo, siempre me han gustado mis ojos y están dentro de las pocas cosas que me gustan de mí.

—Gracias mi muñeca de porcelana —extiende su mano dándome un hermoso antifaz blanco— ...Toma... No olvides usarlo.

Le regalo una sonrisa mientras recibo el antifaz —Gracias, madre... —mi madre me da un beso en la mejilla.

Enamorada del chico del barDonde viven las historias. Descúbrelo ahora