39

21 2 0
                                    

~Violette~

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

~Violette~

Dicen que la esperanza es lo último que muere. Es irónico que lo único que queda hasta el fondo de nosotros sea eso, la esperanza; tal cual al mito de Pandora, algo que, sin duda para mí, tiene sentido.

Imaginen tener el poder de cambiar el destino, solo con un objeto en tus manos, la tentación que eso produce... Pandora no lo sabía. Sin saber que tiene el poder de cambiar el mundo con una sola y simple decisión, abre una caja.

Lo complejo, es que también desconocía los males que lleva consigo. Por desgracia, esa caja tenía demasiados; condenó así al ser humano a una vida mortal y miserable. Lo único bueno dentro de esta tentativa caja era la esperanza,.. Irónicamente, fue lo único que permaneció dentro de ella y no tuvo oportunidad de llegar a los mortales.

Cuando Abu yacía sobre mis brazos, cuando su cuerpo pequeño dejó de producir calor y solamente se sentía la frialdad dentro de sí, me sentí impotente, llena de ira, completamente destrozada y hundida en la miseria. Tenía impotencia, porque no procesaba que alguien, en su sano juicio, creyera en una tontería tan absurda de poder y suerte a costa de una extremidad humana. Impotencia de no conocer a quien lo hizo y querer observar que merezcan lo mismo. La ira se origina a partir de la impotencia; solo deseaba traer sufrimiento y el peso del karma a quien haya cometido un acto tan atroz, deseaba con mi alma que pagaran caro y que cuando estuvieran en plena agonía se arrepintieran de lo que hicieron y su muerte los condujera hacia el infierno...

Me sentí destrozada, porque perdí una parte de mí, perdí un motivo y perdí lo que creí haber ganado. Y finalmente me sentía hundida en la miseria, porque teniéndolo todo, lo dejé ir. Perdí a un niño inocente, un niño completamente puro que no merecía morir. Miles de veces mi mente me decía que debía ser alguien más, me sentía egoísta por pensarlo, pero no quería sentir dolor.

Una mezcla de todas estas sensaciones llegó a un punto casi agobiante, a veces, creo que ni siquiera dolía; solo me preocupaba por la venganza, no por el sentimiento de la pérdida. Detestaba todo y como todo giraba a un ritmo totalmente normal, quería que parara, quería que dejaran de fingir que nada pasó y que todos sintieran lo que yo sentía.

No se puede parar el mundo, pero si nos podemos adaptar a él nuevamente...

Creo que Yaro fue mi guía en esta superación, era la persona más sabía y conocedora del porqué debíamos hacer cosas que desde mi punto de vista eran absurdas. Todo el tiempo, durante la despedida de Abu, me convertí en una aprendíz de Yaro, me di cuenta de lo linda que es la muerte y por qué no debemos temer a ella. Yaro me enseñó a perdonar a las personas que dañaron a Abu y a Jassir y orar porque encontrarán su verdadero camino y su absolución dentro de esta vida pasajera.

Perdoné y comencé a vivir otra vez, me di cuenta que aún tenía mucho por qué luchar. Abu había muerto, pero en su honor yo podía hacer mucho más de lo que pude. Perdoné y me perdoné también, porque me di cuenta que todos esos sentimientos se originaban de la culpa, claro que duele, pero el dolor no se debe mezclar con la venganza. La culpa nos hace sentir arrepentimiento y una tortura constante.

Enamorada del chico del barDonde viven las historias. Descúbrelo ahora